Biometa presenta futuros usos alternativos para los residuos orgánicos
En el congreso de este año, participado por técnicos metropolitanos y municipales, empresas y mundo universitario, se han presentado ponencias que abren el camino a futuros usos alternativos de los residuos orgánicos, desde construir prótesis médicas a ser utilizados como combustible para automóviles.
Bioplásticos
Actualmente, todas las instalaciones de tratamiento de residuos municipales de tipo orgánico generan o bien energía eléctrica a partir de los procesos de biometanización (obtención de biogás) o bien producen compost, mediante la digestión en pilas o en túneles cerrados. La legislación actual, con la modificación de primas para la obtención de energía a partir de residuos y los impuestos del combustible, complica la situación económica del sector, por lo que se buscan líneas innovadoras para conseguir productos con un valor añadido, como los productos bioquímicos y bioplásticos.
Estos materiales, fabricados a partir de materia orgánica, tienen numerosas ventajas para el medio ambiente: no dependen del petróleo para su fabricación, emiten una cantidad inferior de CO2 en este proceso y algunos son biodegradables, con un tiempo de descomposición de entre 3 y 5 años. Una vez obtenidos, los bioplásticos tienen una gran diversidad de usos: desde bolsas de plástico hasta prótesis médicas con un coste mucho más asequible que las habituales.
Los residuos como fuente de energía renovable
También en el marco del congreso Biometa, se ha presentado el proyecto Methamorphosis, proyecto europeo aprobado dentro de la convocatoria LIFE+ del año 2014. Este proyecto está impulsado por FCC-Aqualia, la AMB, FCC, Gas Natural, el Instituto Catalán de la Energía (ICAEN) y el Centro Técnico de SEAT, SA.
El objetivo de este proyecto pionero es introducir cambios en el tratamiento de los residuos de manera que aumente la producción de metano y que este gas una vez enriquecido pueda ser usado como combustible para vehículos. El proceso también permitirá que las instalaciones de tratamiento alcancen una alta eficiencia y un bajo nivel de contaminación, gracias a la reducción del 70% de la demanda energética requerida en el proceso y reducción del 80% de emisiones de CO2 respecto a los últimos sistemas implementados. Asimismo es un avance en la valorización energética de los residuos y en la propuesta de economía circular.