La FEAD se posiciona a favor de la economía circular
En este sentido, comparte los nuevos objetivos jurídicamente vinculantes orientados hacia la consecución de mayores cotas de reciclaje y menores cotas de vertido, así como el énfasis en una mejor aplicación de la legislación en la materia, la promoción del ecodiseño y la responsabilidad extendida del productor, además de la aplicación, por parte de los Estados miembros, de instrumentos económicos que contemplen incentivos para la aplicación efectiva de la jerarquía de residuos.
La FEAD entiende que la industria privada del sector juega un papel clave para avanzar hacia la economía circular, proporcionando materias primas secundarias y energía para las industrias y los consumidores. No obstante, considera que debe proporcionarse el marco legal adecuado, toda vez que los mercados de las materias primas secundarias son débiles y con pocos signos de recuperación. Es por ello que apela a la introducción de cambios normativos e instrumentos económicos que permitan crear mercados más fuertes, sostenibles y resistentes para las materias primas secundarias a fin de que éstas puedan competir con las vírgenes. En este sentido, demanda la implantación de medidas tales como el fomento de la contratación pública verde, requisitos mínimos de contenido reciclado en los productos, normas de etiquetado ecológico, medidas fiscales tales como menor o nulo IVA en la comercialización de materias primas secundarias, garantizando la competencia leal entre éstas y las vírgenes. Insiste en la necesidad de que todos los productos estén diseñados para una mayor durabilidad y reparabilidad, y que el sector del reciclaje propicie una demanda suficiente de materia prima secundaria para que el modelo de negocio sea viable.
LA VALORIZACIÓN ENERGÉTICA, LA OPCIÓN MÁS SOSTENIBLE PARA LA FRACCIÓN NO RECICLABLE
La organización acoge de buen grado la propuesta que prohíbe el depósito en vertedero de los desechos susceptibles de ser reciclados y se muestra partidaria, de acuerdo con la jerarquía de residuos, de valorizar energéticamente la fracción no reciclable, calificándola como la opción más sostenible en estos casos.
Considera igualmente que, además de los municipales, deben tenerse en cuenta los residuos comerciales e industriales para lograr una verdadera economía circular, siendo éstos una importante fuente de recursos. En este escenario, apunta a la necesidad de que los Estados miembros recopilen correctamente los datos sobre los mismos, ya que la ausencia de estadísticas fiables sigue siendo una barrera significativa.
Destaca la importancia de garantizar la Responsabilidad Extendida del Productor, cuya definición, alcance y objetivos deberían estar orientados al mercado con el fin de aprovechar plenamente su potencial en aras de una economía circular.
A modo de conclusión, pone de relieve que el logro de una verdadera economía circular debe comenzar con el diseño ecológico de los productos, reduciendo así la cantidad de residuos que no se pueden reciclar.