Sogama transformó en energía eléctrica más de 5 millones de toneladas de basura no reciclable
Los países europeos más avanzados y con mayor sensibilidad ambiental son los que más incineran, pero también los que más reciclan, consiguiendo desviar a vertedero menos del 5 por ciento. En España, y según datos de Eurostat, se vertió en el 2010 el 58 por ciento, una cifra insostenible.
La sobresaturación del complejo medioambiental de Cerceda ha hecho necesario que Sogama cuente con el apoyo del vertedero de Areosa, cuya primera fase de ampliación acaba de ser licitada como medida preventiva.
Entretanto, el nuevo Plan gallego de Gestión de Residuos Urbanos 2010-2020 se echará a andar a través de la creación de nuevas instalaciones para el tratamiento de la basura, al tiempo que aportará orden y rigor a la gestión de la misma: reduciendo la producción, incrementando la reutilización y el reciclaje, y minimizando el vertido.
Desde la entrada en funcionamiento del complejo medioambiental de Sogama en Cerceda, hace más de una década, esta empresa pública ha valorizado energéticamente un total de 5.229.329,09 toneladas de basura en masa, propiciando su transformación en energía eléctrica, que luego exporta a la red nacional, pudiendo abastecer a unos 100.000 hogares (una ciudad de tipo medio).
Dado que los desechos no reciclables se consideran una fuente de energía renovable, con este proceso la compañía ha posibilitado el ahorro de 1.176.254,58 toneladas equivalentes de carbón, contribuyendo a disminuir las emisiones de CO2 y su efecto invernadero.
A ello habría que añadir que, en el marco de la normativa europea, la incineración con recuperación de energía ocupa un lugar prioritario en las políticas de gestión de residuos urbanos. Y es que, tras la aplicación de la estrategia comunitaria de las tres erres (Reducción, Reutilización y Reciclaje), la UE recomienda la valorización energética de la fracción no reciclable, relegando a último lugar, y como opción menos deseable, el vertedero. También ésta es la línea a seguir por la Ley Estatal de Residuos y Suelos Contaminados de julio de 2011, que consolida la gestión jerarquizada de desechos y prioriza la incineración sobre el vertido.
Los países europeos más avanzados y con mayor sensibilidad ambiental (caso de Holanda, Alemania, Suecia, Dinamarca y Austria) se erigen en el ejemplo a seguir. Con altas tasas de incineración, pero también de reciclado, han logrado minimizar el vertido hasta valores situados por debajo del 5 por ciento. Y como paradigma, el Estado germano, que cuenta con más de 70 incineradoras, alcanzando cotas de reciclaje del 45 por ciento y un vertido del 0 por ciento. España, con tan solo 10 plantas de valorización energética, recicla el 15 por ciento y deriva a vertedero el 58 por ciento de su basura, una situación más próxima a la que viven países de reciente incorporación a la Unión Europea como es el caso de Bulgaria y Rumanía, donde el vertido casi representa la única opción para la gestión de los residuos.
Gestión y tratamiento de la fracción no reciclable
Gran parte de la basura domiciliaria producida en Galicia se centraliza en el complejo medioambiental de Cerceda. En el caso de la bolsa negra (fracción recogida a través de los contenedores verdes convencionales), se gestiona a través de una serie de plantas con cometidos específicos, pero que encadenan de modo coherente todas las actividades del proceso global.
Tras ser trasvasados en las correspondientes estaciones de transferencia, los desechos son transportados, por tren o carretera, hasta el complejo cercedense, descargándose en la denominada Planta de Elaboración de Combustible, cuyo principal cometido es clasificar la parte reciclable y acondicionar un combustible (CDR) con el resto, aprovechando el calor procedente de la Planta de Cogeneración. El CDR producido alimenta posteriormente una Planta Termoeléctrica para generar energía eléctrica. Con ello, la Sociedad pone en valor un desperdicio que, de otra forma, acabaría en vertedero, ocasionando un gran impacto ambiental.
Potentes sistemas de depuración de gases permiten que todos los parámetros de emisión se encuentren muy por debajo de los límites legales. De hecho, las incineradoras constituyen, en el escenario industrial europeo, las instalaciones más vigiladas en sus aspectos medioambientales, lo que permite que su funcionamiento cumpla de forma rigurosa con la legislación vigente en la materia.
Orden y rigor a través del nuevo Plan de Gestión de Residuos Urbanos
El complejo de Sogama, con capacidad nominal para procesar un máximo de 550.000 toneladas de residuos al año, se encuentra sobresaturado al recibir la entidad más de 800.000, haciéndose necesario contar con la ayuda del vertedero controlado de Areosa, cuya primera fase de ampliación se acaba de licitar, como medida preventiva, para un período de cuatro años.
Pero el complejo ya se encontraba desbordado en el año 2005, a pesar de que entonces la Sociedad daba servicio a 40 ayuntamientos menos (256 frente a los 296 actuales). En el 2011, y respecto al 2005, esta infraestructura incrementó su productividad en un 10,23 por ciento (de 491.496 toneladas pasó a 541.758,81), y la empresa consiguió enviar casi un 7 por ciento menos de basura a vertedero (de 336.307 pasó a 312.899,84 toneladas).
Entretanto, el nuevo Plan gallego de Gestión de Residuos Urbanos 2010-2020 se echará a andar a través de la creación de nuevas instalaciones, al tiempo que aportará orden y rigor al tratamiento de desechos en una comunidad con unas particulares características en cuanto a orografía, climatología y alta dispersión de la población, lo que implica un mayor esfuerzo logístico, industrial y económico.
Los principios de suficiencia y proximidad, es decir, que los desperdicios se traten cerca de los lugares de producción, impregnan la filosofía del documento que define la estrategia a seguir durante los próximos años, marcándose como objetivos reducir la generación de basura en un 10 por ciento, triplicar las tasas de reutilización y reciclado (subiendo del 10 al 30 por ciento) y minimizar el vertido, que deberá descender del 53 al 24 por ciento.
De acuerdo con la normativa comunitaria en vigor, el fin último es que tan sólo se viertan los desechos que no se puedan reutilizar, reciclar o someter a recuperación energética, el tratamiento finalista con menos impacto y por el que han apostado de lleno los países más desarrollados. No en vano, y según datos publicados recientemente por Eurostat, este sistema ha crecido en el entorno comunitario en dos puntos porcentuales, escalando del 20 por ciento en 2009 al 22 por ciento en 2010, siendo más notable esta subida en países como Alemania, Dinamarca y Bélgica.
Sogama
Cerceda, A Coruña