Un estudio de FCC describe la gestión de residuos del futuro
Según un estudio realizado por FCC, en España se generan 600 kilos de residuos sólidos urbanos anualmente por cada habitante, lo que resulta un total de 24 millones de toneladas anuales, que suponen un gran gasto económico y humano.
Actualmente, jóvenes empresas españolas están diseñando los cubos de basura del futuro, que contarán con sensores para medir su nivel de llenado. Este es el proyecto eGarbage, de la compañía Wellness Telecom, que creará "una red de monitorización del llenado de los contenedores y un algoritmo de optimización para mejorar las rutas de recogida". Mediante redes inalámbricas de sensores se envía la información a una central de datos que diseñará las rutas más eficientes. Esta tecnología supondrá una gestión más eficiente de los recursos y, por tanto, un ahorro en costes y una reducción de la huella ecológica.
Otra empresa nacional, Sun Nest, fomentará una mejora de la eficiencia en las papeleras mediante un sistema de prensado de los restos para reducir su volumen. La prensa, así como los sensores y el dispositivo inalámbrico de comunicación, son alimentados con energía solar, por lo que las papeleras son autosuficientes. La basura queda compactada en un recipiente cerrado, lo que también evita los malos olores. "Esta innovación permite un ahorro respecto al sistema tradicional de gestión de residuos del 60%", asegura Montse Panadès, directora comercial de Sun Nest, "lo que permite amortizar la inversión en el primer año y ahorrar en los nueve siguientes del ciclo de vida de las papeleras".
En la fase de recuperación de residuos para la posterior reutilización, a los tradicionales sistemas de reciclaje, las grandes empresas españolas están dando un paso más. Según FCC, el 53% de la basura generada en España acaba en vertederos, lo que significa más de 12 millones de toneladas anuales. Desde Acciona valoran positivamente el papel de las empresas privadas en la construcción de nuevas ciudades del futuro. El centro de I+D de Acciona dedica una parte de su investigación a la "valorización de subproductos" para desarrollar nuevos materiales empleando basuras. Un ejemplo es la reutilización de neumáticos en desuso para aplicaciones dentro del mundo de la construcción, como la reducción de las vibraciones provocadas por el ferrocarril, protección de elementos estructurales o aislamiento acústico.
Por último, los residuos no utilizables se utilizarán para generar energía en un proceso denominado "valorización energética", que FCC considera la fuente renovable más accesible. Actualmente, las grandes empresas del sector realizan inversiones para transformar este potencial energético en combustibles para cementeras y centrales térmicas. Desde Ferrovial apuestan por la valorización energética de los residuos como una solución a la gestión correcta y ambientalmente segura de los mismos.
Así, a través de la incineración de los desechos se obtiene energía eléctrica. FCC posee en la actualidad cinco de estas plantas incineradoras, dos de ellas situadas en España, que en los próximos años serán capaces de procesar y transformar en energía casi un millón de toneladas de basuras al año. Un ejemplo es la central de Zabalgarbi, en Bilbao, que genera el 10% de la luz que consume Vizcaya y el 30% de la que se utiliza en los hogares y comercios. El reto para las ciudades inteligentes del futuro es optimizar el 100% de los residuos y sustituir los actuales vertederos por centrales de energía verde.
Todo el proceso anterior depende, sin embargo, de la conducta cívica del reciclaje. Para fomentar este comportamiento, en Estados Unidos han surgido iniciativas como la llamada propuesta Pay as you throw (pagar por tirar), que establece una cantidad de basura máxima que debe generar cada vivienda. El sistema grava el volumen de residuos generados y exime del pago si se separan los mismos. Las distintas experiencias puestas en marcha han sido muy positivas, ya que se ha constatado una notable reducción de las basuras, así como un aumento significativo del nivel de reciclado.
Vía El País
shaorang (cc)
Madrid