Envases y residuos de envases: el desafío frente a la contaminación plástica
La normativa sobre residuos ha avanzado ostensiblemente en las últimas décadas en la Unión Europea (UE). Tomando como base el principio de la OCDE “quien contamina paga”, que fue asumido por la UE., se crearon en España los sistemas de responsabilidad ampliada del productor (ECOEMBES, SIGFITO, SIGRE, etc.) que han contribuido a mejorar notablemente la gestión de los residuos, mediante la separación de estos por tipología. Además, la aplicación de la jerarquía de residuos, haciendo especial hincapié en la minimización (el mejor residuo es el que no existe), ha contribuido a que las empresas hayan hecho un importante esfuerzo para su reducción (véase envases de detergente de hace 20 años y los de ahora, por ejemplo). El Ecodiseño y la economía circular están siendo incorporados a muchas de las políticas empresariales porque contribuyen a reducir costes (menos consumo de materias primas), mejoran la gestión medioambiental de la empresa y su imagen ante la sociedad.
Pese a los esfuerzos, hay una tipología de envases cuya presencia ha aumentado en los últimos años, y de forma significativa: los plásticos. Cada vez, son más los productos alimentarios y de otros usos, que vienen envueltos en plástico. En algunos casos, hasta el extremo de envolver alimentos como los panecillos de leche, por ejemplo, de forma individual. Los plásticos son un serio problema para el medioambiente, por su lentísima degradación, y sus consecuencias para la biodiversidad y la salud de los ecosistemas, sobre todo los marinos, ya que en gran medida acaban surcando nuestros mares, o convirtiéndose en islotes flotantes de plástico.
La UE dio un paso importante con relación a los envases plásticos de un solo uso, y ahora está tramitando el reglamento de envases y residuos de envases, con el objetivo de minimizar la producción de estos envases y, además, de que tengan un elevado índice de reutilización, o al menos de reciclaje, reduciendo enormemente el residuo que pueda llegar a vertedero para su eliminación. En muchos países de la UE, se han puesto en marcha sistemas para fomentar la entrega de determinados envases de plástico o vidrio, mediante una contraprestación económica (DRS). En España, ya se han instalado algunas máquinas.
La UE también abordará la problemática de los microplásticos, tanto en su uso, como en su tratamiento en las aguas residuales. Esta cuestión tiene una enorme complejidad, y sin duda, hay que minimizar su producción, porque su tratamiento posterior es complejo.
La administración regional, junto con las diputaciones provinciales y los ayuntamientos, han puesto en marcha mecanismos para una gestión más eficiente de los residuos. Los ciudadanos, además, podemos continuar poniendo nuestro granito de arena. La ciudadanía podemos contribuir de muchas maneras como, por ejemplo, reduciendo el uso de plásticos de un solo uso, llevando nuestras propias bolsas reutilizables para poner la compra, e incluso bolsas de materiales como el algodón o el lino, para frutas, verduras, legumbres, etc. Además, todavía podemos esforzarnos más, y separar en origen los residuos, ya que tenemos una red de contenedores próxima y bien distribuida.
En definitiva, nuestras acciones son la palanca que puede cambiar el mundo. En este caso, se trata de no convertir el planeta en un mar de plástico ni en un inmenso vertedero. Quedará mucho por hacer en otros países, como vemos a menudo en los informativos, pero la Unión Europea ya ha puesto una pica en Flandes y es muy posible que otros nos sigan, sobre todo si quieren comercializar sus productos en la UE.
AUTOR: Javier Lorén Zaragozano
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de Aragón Digital. Lee el original aquí]