Luces (y sombras) del negocio de FCC en gestión de residuos
La empresa de servicios medioambientales y gestión de agua de FCC tiene un nombre propio: Carlos Slim. El rescatador de la compañía tras su llegada en 2014 ha invertido algo menos de 2.000 millones de euros —a través de compras directas, varias ampliaciones de capital y una OPA— y cuenta ya con el 81% de los títulos. Comparte propiedad con Bill Gates y Esther Koplowitz como accionistas estables, de modo que el capital flotante es extrañamente escaso para una compañía cotizada con sus dimensiones. La misma empresa que a punto estuvo de ahogarse en deudas es ahora, según los analistas consultados, un valor bien gestionado y volcado en negocios que tienen futuro, con filiales como Aqualia y Realia. Cotiza en el entorno de los 9 euros por acción (a su entrada, Slim invirtió 9,75 por título y posteriormente compró a precios más bajos, de hasta 6 euros), pero el consenso de los expertos que siguen de cerca la compañía le dan un valor superior a 13.
La radiografía del último año es la que sigue: tuvo unos ingresos de 7.700 millones (un 15% mayores), con un resultado de explotación de 1.311 millones (16%) y una deuda estable (3.200 millones) a pesar de que el grupo hizo importantes inversiones. Juan Tuesta, analista de Bankinter, describe su posicionamiento muy enfocado en la gestión y tratamiento de residuos, la limpieza viaria, el suministro de agua y control de alcantarillado, áreas desde donde consiguen el 71% del resultado de explotación. Gracias a contratos a largo plazo, que normalmente se prorrogan o renuevan, el grupo ha conseguido forjar un negocio “resistente a la volatilidad”. Y eso, en los tiempos que corren, es oro. En su cartera, que supera los 40.000 millones, destaca Tuesta que cada vez tiene más peso el área internacional, aunque actualmente España represente más de la mitad de los ingresos.
Los ojos del grupo parecen estar puestos en América. Su rama de reciclaje de basuras de EE UU se ha adjudicado en el último año grandes contratos en California y Florida, como el del condado de Placer, por el que ingresará 1.500 millones en 10 años para renovar y explotar un complejo medioambiental que da servicio a sus 400.000 habitantes o el de las ciudades de Port Saint Lucie y Lake County, donde se encargará de recoger la basura por 146 millones de euros. El pasado mes de diciembre FCC compró Houston Waste Solutions, una de las mayores empresas de residuos sólidos urbanos del área metropolitana. Desde FCC apuntan que el negocio medioambiental en Estados Unidos “se ha más que duplicado en 2022, con una cifra anual cercana a los 250 millones de euros y una cartera de contratos equivalente a unos 2.100 millones de euros” , y se esperan crecimientos muy importantes también en el ejercicio 2023.
En España tampoco le ha ido mal. Su cartera aumentó un 30% con la renovación o la obtención de nuevos contratos en ciudades como Madrid, Zaragoza, Vigo, Badajoz, Salamanca, Girona o Alicante. Desde el año pasado, explican en a FCC Medio Ambiente, la energía que consumen sus centros de reciclaje es de origen renovable.
Otro de los razonamientos de por qué la compañía de Slim tiene buenas perspectivas está en la regulación. Los reiterados incumplimientos de muchos países europeos en materia de saneamiento y depuración, apuntan los expertos, combinados con el endurecimiento de las condiciones que la UE está imponiendo a sus Estados miembros para que apoyen la transición verde van a redirigir la inversión hacia esas actividades donde FCC es tan activa. Desde FCC Medio Ambiente apuntan a que este año están enfocados en los concursos que se están desarrollando en España para infraestructuras “que permitan cumplir los exigentes objetivos de reciclaje y desvío de vertedero de la Unión Europea y en la implementación de la recogida diferenciada de la fracción orgánica”.
Por otra parte, la compañía tiene delante varios frentes judiciales que no quiere comentar. El verano pasado fue objeto, con otras cinco constructoras, de la multa récord de 203 millones de la CNMC les impuso por amañar durante 25 años licitaciones en obras públicas. La sanción fue suspendida cautelarmente por la Audiencia Nacional. Otra operación puso en el punto de mira al grupo por haber pagando a un comisionista para conseguir contratos en Latinoamérica por más de 400 millones.
Las constructoras han protagonizado una ola de ventas de sus ramas de servicios que sigue sin cesar: OHLA busca comprador para Ingesan y Sacyr para Valoriza. Siguen la estela de ACS, que se desprendió en 2016 de Urbaser, o Ferrovial, que troceó esa división entre distintos compradores. En el mercado sigue flotando la idea de que FCC podría repetir con su división de medio ambiente lo mismo que hizo vendiendo el 49% de Aqualia en 2018.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de El País. Lee el original aquí]