Transformar residuos: fuente de oportunidades en la España rural
La circularidad de los recursos no solo se consigue en las grandes industrias, con producciones a gran escala; a veces, una barra de pan duro puede servir para hacer cerveza. En las granjas, los purines del ganado pueden crear energía que se aprovecha en la misma explotación ganadera. Incluso, la fruta que se cosecha y no se vende por defectos estéticos sirve para hacer una mermelada con mucho sabor y calidad. En el campo español también se reutilizan los residuos que hasta hace poco se tiraban, y que hoy sirven para crear o expandir negocios que, además, se vuelven más sostenibles.
Los huesos de aceituna, el estiércol, el aceite usado y hasta las hojas y ramas de poda sirven para fabricar cosméticos, ropa, alimentos e incluso combustibles renovables. El aprovechamiento de los residuos orgánicos, que tiene especial importancia en las zonas rurales, recibe el nombre de bioeconomía, y supone un pilar fundamental en la transformación del sector agroganadero, uno de los motores económicos del país. La bioeconomía ya genera 2,2 billones de euros y emplea a 17,5 millones de personas, según la Comisión Europea, que prevé que esta cifra aumente en los próximos años. Pedro Martín, de Zabala Innovation, una consultora que desarrolla múltiples proyectos de economía circular en el ámbito rural, señala la enorme oportunidad que el entorno rural ofrece: “Todos esos recursos naturales están siendo desaprovechados, y, sin embargo, suponen una fuente de ingresos muy significativa”.
Biometano y biocombustibles en A Coruña
Un claro ejemplo de esta reconversión de desechos agroganaderos se encuentra en A Coruña. Allí, Repsol, Naturgy y Reganosa, junto con Impulsa Galicia, se han unido para crear una red de plantas de tratamiento de los excedentes de deyecciones ganaderas y otros residuos. Se transformarán en gases renovables como el biometano, y aparte de una mejor gestión de purines en la región, el proyecto creará unos 600 puestos de trabajo directos.
En el complejo industrial de Repsol, ubicado en la misma provincia coruñesa, se trabaja también en la producción de biocombustibles avanzados creados a partir de residuos. La compañía multienergética ya ha desarrollado hidrobiodiésel (HVO, por sus siglas en inglés) a partir de aceite de fritura usado. Susana Benedicto, coordinadora de Transformación en el Complejo Industrial de Repsol en A Coruña, explica la importancia de la proximidad de las plantas de transformación al origen de estos residuos. “De esta forma se establece una cadena de valor con los proveedores locales, se reducen los costes logísticos y se crea riqueza en la zona, integrando el mundo rural e industrial y fomentando la colaboración público-privada”.
Cerveza de pan duro en Ávila
Raíz Cuadrada está ubicada en El Barraco (Ávila, 2.000 habitantes). Fue fundada por los hermanos Israel y Héctor García Sánchez. Su familia lleva generaciones trabajando en la producción de pan que venden a los habitantes de la localidad. Después de algunos años trabajando fuera de España en grandes corporaciones, Israel, ingeniero informático de 41 años, decidió regresar a su tierra a probar otra forma de fermentar cereales. Él y su hermano Héctor, de 38 años e ingeniero de telecomunicaciones, decidieron recibir formación sobre la elaboración de cerveza artesana.
La cerveza que producen es la primera que utiliza el pan como ingrediente: todos los días se acercan a las tahonas para recoger barras que ya estén duras o secas. “En esencia, ayuda a la retención de espuma y da sedosidad al líquido”, detalla el artesano. También buscan dar salida a otros residuos que quedan de la producción panadera como el bagazo, el grano gastado que sobra tras infusionar el producto, una fuente de proteína y fibra que ceden a ganaderos locales para la alimentación de los animales.
Biogás con purines en Teruel
La comarca del Matarraña, en la provincia de Teruel, es una zona de abundante naturaleza que agrupa 18 municipios donde viven 8.000 personas. En la cabecera municipal, Valderrobres (2.300 habitantes), se encuentra la cooperativa agroganadera más grande de la zona: Grupo Arcoíris, que da empleo directo a unas 600 personas. María Lorente, adjunta a dirección, explica que siempre han apostado por la circularidad, entendida como una elaboración íntegra y total de sus productos. “Toda la producción se da en nuestras instalaciones. Fabricamos semen para la inseminación artificial porcina y cunícola. Tenemos ganaderos-socios que se ocupan del pienso de alimentación. Nos encargamos de la matanza, el despiece y el secado de los embutidos. Y contamos con transporte propio”, añade.
No obstante, quedaba pendiente manejar el residuo más común de la cría de animales en granjas: los purines. Tenían excedentes de este abono natural, utilizado en la agricultura. El Gobierno de Aragón había edificado unas plantas de tratamiento de residuos que aún no estaban en funcionamiento. La cooperativa Grupo Arcoíris se presentó al concurso público y resultaron adjudicatarios de su gestión.
“Nos dimos cuenta de que con una actualización del equipo podíamos convertir los purines y otros residuos orgánicos –partes que no se usan del animal, por ejemplo, las tripas– en electricidad y biogás”, detalla Lorente. En la misma zona del Matarraña, donde se vive de la agricultura, se ha comenzado a implementar esta idea. El plan es que la mitad de lo generado se autoconsuma en las propias plantas para que sean autosuficientes y la otra mitad alimente a las instalaciones de la cooperativa. “Posteriormente, podremos llegar a acuerdos con terceros para la venta del biogás. O servirán como combustible para nuestros propios vehículos si los adaptamos”, finaliza.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de Cinco Días. Lee el original aquí]