La mala gestión de los residuos, factor de la degradación ambiental
La mala gestión de los residuos constituye uno de los factores que lideran la degradación ambiental, incluyendo igualmente la alteración de los ecosistemas, patrones de consumo y producción insostenibles....
Según un informe hecho público por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a finales del pasado mes, la degradación ambiental y la polución causan tantas muertes prematuras al año como los conflictos bélicos. El estudio “Medio Ambiente Saludable, Persona Sanas”, elaborado conjuntamente con la Organización Mundial de la Salud (OMS), indica que este fenómeno es responsable de una cuarta parte de los decesos de la población infantil menor de 5 años.
Se estima que, en 2012, 12,6 millones de muertes fueron atribuidas a condiciones de degradación ambiental, la mayor parte de ellas en el sudeste asiático y el pacífico occidental, con un 28 y 27% de la carga total. El 23% en el África subsahariana, el 22% en la región del Mediterráneo oriental, un 11 y un 15% en los países miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y no miembros de la región de las Américas, y un 15% en Europa.
El informe desvela que, en 2014, entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de desechos marinos de plásticos y microplásticos terminaron en el océano como resultado de la inadecuada gestión de los residuos.
Conforme a la jerarquía de gestión contemplada por la Directiva Marco de Residuos, el vertido queda relegado a último lugar, debiendo priorizar sobre el mismo la valorización energética, que ya fue incrementada en numerosos países europeos, alcanzando valores entre el 35 y el 54% de los residuos urbanos gestionados. Esto les ha permitido eliminar prácticamente la opción de vertido y sus negativas consecuencias para el medio ambiente y la salud, resultando éste inferior al 4 %.
Por su parte, el nuevo paquete europeo de economía circular, recoge, entre otros objetivos, la reducción de la eliminación en vertedero, limitándola a un máximo del 10%, contemplando la prohibición del depósito en el mismo de los desechos recogidos por separado y la promoción de instrumentos económicos para desalentar el vertido.
En este escenario, no cabe duda de que el camino a seguir es el de la economía circular y baja en carbono, priorizando la disminución del consumo de recursos y la protección de los ecosistemas naturales del planeta.