El CSIC estudia la automatización de sensores para el análisis de contaminantes en aguas marinas
Según han informado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se están llevando a cabo dos proyectos europeos para el análisis de contaminantes marinos con sensores automáticos manejados con control remoto.
Los proyectos son 'Sea on a chip', liderado por el CSIC, y 'Braavo', en el que participan investigadores de varios de sus centros. Ambas iniciativas tomarán muestras de forma periódica que funcionarán como pequeños laboratorios flotantes manejados a control remoto. Son sensores de diez centímetros anganchados a una boya y un laboratorio flotante con paneles solares. Según el CSIC estas "son dos de las apuestas para luchar contra la contaminación oceánica" y se enmarcan en el VII Programa Marco de la Unión Europea. "La intención es que los chips vayan sobre unas miniboyas del tamaño de un tercio de un teléfono móvil, cada una de las cuales portará un chip de apenas 10 centímetros", ha añadido.
En la actualidad, el seguimiento se ejecuta en base a toma de muestras de agua rutinarias que son enviadas a laboratorios para su posterior análisis. Este proceso, según el investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC, Damiá Barceló, "puede durar varios días". Es importante tener en cuenta que los contaminantes marinos están sometidos a una gran movilidad, por lo que su análisis debe enfocarse en diversas localizaciones.
Los laboratorios flotantes contarán con una fuente de energía, los reactivos necesarios para el análisis, y la tecnología esencial para la recepción y transmisión de datos, por lo que serán totalmente autónomos. Sus reactivos les permitirán el análisis de hasta siete de los compuestos más representativos dentro de la contaminación que se pretende controlar.
Si los sensores recogen casos de picos de contaminación, sus responsables podrán aumentar la frecuencia de los análisis de forma remota o que se centren en el estudio de algún contaminante concreto, entre otras medidas.
El segundo proyecto, Braavo, busca desarrollar un laboratorio autónomo que esté embarcado en un catamarán o sujeto a una boya y que se mueva con energía solar para que no viaje a la deriva sino que mantenga un rumbo controlado desde el centro de mando.
Cada estación de medida poseerá tres tipos diferentes de sensores. En primer lugar, inmunosensores de tecnología óptica, que son muy precisos en la detección de contaminantes. En segundo, células bacterianas que expresan proteínas ante la presencia de compuestos como mercurio. Por último, sensores de algas, que consisten en células vivas de algas sensibles a la presencia de contaminantes y toxinas.