El desastre que cambió la normativa ambiental europea
La explosión en 1976 de la fábrica de Seveso, en un pueblo de los Alpes italianos, no solo liberó al exterior enormes cantidades de un veneno usado en la guerra de Vietnam, sino que obligó a la Unión Europea a imponer una regulación ambiental sin precedentes.
Hasta mediados del siglo XX, el paradigma de desarrollo de posguerra no incluía la variable ambiental: contaminar era apenas un subproducto no deseado pero inevitable. Pero el 10 de julio de 1976, en la localidad de Seveso, en el norte de Italia se produjo uno de los mayores desastres medioambientales europeos.
Allí, dando trabajo a un bucólico pueblo de los Alpes pero sin significar ninguna amenaza, funcionaba la planta ICMESA, subsidiaria de la suiza Hoffman-La Roche, que fabricaba un pesticida conocido como 2,4,5 T. Un incendio en el interior de la planta provocó la liberación de una cantidad nunca determinada de un subproducto mortal de aquel herbicida.
Debido a un error humano, alrededor del mediodía de aquel día, una reacción incontrolada superó el ámbito de seguridad. La fuga de gases conformó una nube que cubrió un área de 18 kilómetros cuadrados alrededor de la fábrica. De manera prevaleciente, la nube contenía una sustancia llamada 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina, o TCDD. Aún hoy, el TCDD es considerado una de las dioxinas más letales que se conocen. Seis millonésimas de gramo de TCDD, apenas un punto de polvo en una cucharita, alcanzan para matar a una rata. Semejante eficacia asesina permitió a esta dioxina calificar para ser uno de los componentes del agente Naranja, aquel químico defoliante que Estados Unidos usó ilegalmente en la Guerra de Vietnam.
El desastre de Seveso fue paradójico: no hubo muertos pero su relevancia social, política e institucional lo llevaron a ser la bisagra normativa de Europa. Tan desastrosa fue la seguridad interna de la planta y tan negligente resultó la operatoria ante el escape de dioxina, que los entonces diez países integrantes de la Comunidad Europea establecieron nuevas y exigentes regulaciones de manejo de residuos tóxicos y peligrosos. Todavía hoy a esa normativa se la conoce como Directiva Seveso.
La incompetencia había sido tal que se demoró una semana en admitir que la sustancia liberada al ambiente había sido una dioxina venenosa y otra semana más en evacuar a la población aledaña. Y aún pese a la inexistencia de normas regulatorias claras, tan criminal fue la conducta empresaria que la justicia dictó condenas de hasta cinco años de cárcel para el director técnico de la planta y otros ejecutivos. No hubo muertes directas del accidente pero sí herencia contaminante. Estudios epidemiológicos comparativos realizados 35 años después del desastre confirmaron que la tasa de tumores en la zona de Seveso es superior a la del resto del norte de Italia.