El método noruego para convertir basura en energía
Olvídense del carbón, la nafta, incluso de la energía nuclear. La bolsa de la basura llena de desperdicios del hogar se convirtió en Noruega en una de las fuentes de combustible.
Traten de imaginar el olor que hay cuando pasa el camión de la basura en un caluroso día de verano. Ahora multipliquen ese olor por mil. Eso es lo que se siente dentro de las instalaciones de la planta de recuperación de energía más grande de Noruega, la planta Klemetsrud. Un gran espacio de concreto lleno de basura. Aquí es donde los residuos expulsados por millones de hogares de Noruega, el Reino Unido y en otros lugares se convierten en calor y electricidad para la ciudad de Oslo.
La basura es preseleccionada. Todo lo que se puede reciclar ha sido sacado ya. Sin embargo, todavía quedan más de 300.000 toneladas cada año. Ellos no lo ven como un residuo, lo ven como energía. “Cuatro toneladas de residuos tienen la misma energía que una tonelada de combustible“, dice Pal Mikkelsen, director de la agencia Waste-to-energy -basura para energía, en español-, en Oslo. “Es una gran cantidad de energía y nosotros usamos muy poca energía para transportarla“, agrega.
Mikkelsen asegura que una tonelada de combustible de petróleo podría calentar una casa durante un año y medio. En otras palabras, tomen una pequeña parte de la carga máxima de un camión recogedor de basuras británico, cargado en las ciudades de Lees o Bristol. Conviértalo en energía aquí y podrá calentar una casa en Oslo durante medio año. El proceso es simple. Los residuos, tonelada por tonelada, caen en un incinerador. La temperatura se eleva a 850 grados.
No todo se quema. Quedan latas viejas y algunos resortes de colchones entre las cenizas y metales –que luego se reciclan-, y mucho calor.El calor hierve el agua. El vapor impulsa una turbina que produce electricidad. Y el agua hirviendo se canaliza hacia fuera de la planta, a las casas y las escuelas públicas de todo Oslo.
Lo que significa que el gerente técnico de la escuela Bjoernholt Agnar Andersen, ya no tiene que preocuparse más por el suministro de combustible durante el duro invierno noruego. “No tenemos que pensar en los aceites combustibles o en los combustibles fósiles. Están siendo eliminados de la última escuela este año“, dice Andersen. Con la capacidad completa la planta proveerá de calor y electricidad a todas las escuelas de Oslo y calor a 56.000 hogares. “Hemos creado sobrecapacidad en las plantas de Noruega y Suecia. Y ahora dependemos de producir más y más basura“.
Así, Oslo recibe dinero por recibir la basura y obtiene además la energía a partir de ella. La revolución de conversión de residuos en energía también se puede escuchar en las calles de la capital noruega, con el bus número 144. Está alimentado por biogás creado a partir de la materia orgánica en descomposición de la ciudad. Un kilogramo de residuos de alimentos produce la mitad de un litro de combustible. Con todos los residuos orgánicos que tienen podrían darle energía a 135 buses durante un año entero en Oslo. Si este proyecto fuera replicado en toda Europa Pal Mikkelsen cree que haría una gran diferencia.
Con los estrictos controles de limpieza de gases productos de la combustión, Oslo cree que convertir basura en energía ayudará a reducir a la mitad las emisiones de carbono en los próximos 20 años, haciendo de la ciudad en una de las ciudades verdes del planeta.