Guerra absoluta al plástico: penas de cárcel por usar bolsas en Tanzania
Desde el pasado 1 de junio, en Tanzania está prohibida la importación, exportación, manufactura, venta, almacenamiento y uso de las bolsas de plástico. Una norma un tanto radical, pero que supone el colofón de varios años de trabajo, desde que en 2015 el país se comprometió a implementar las medidas acordadas en la Cumbre de París sobre el Cambio Climático. En algunas zonas como en el archipiélago de Zanzíbar o en la región del Kilimanjaro, los dos principales destinos turísticos del país, desde hace ya varios años existe una restricción en materia de plásticos y residuos, pero no dejaba de ser una situación puntual y limitada geográficamente, además de que presentaba muchas aristas. Ahora, en un reflejo de la normativa de la vecina Kenia, el país con una regulación más restrictiva con las bolsas de plástico en el mundo, Tanzania está intentando sumarse a la ola medioambiental que tienen en marcha otros países africanos con la idea de hacer frente a las consecuencias del cambio climático en el ámbito mundial.
De cara a la aplicación de la prohibición, durante el mes de mayo se realizó una intensa campaña, donde se recogieron todas las bolsas de plástico que estaban en ese momento en el mercado, en casas, comercios o cualquier edificio público o privado. El simple hecho de tener una bolsa de plástico y reutilizarla para hacer la compra pasa a ser un delito sancionado con multas e incluso con penas de cárcel: hasta dos años por fabricarlas y hasta una semana de prisión simplemente por usarlas. Además, al tener esta prohibición fuerza de ley incluso la policía puede denunciar si encuentra a una persona con bolsas de plástico, por lo que embajadas y compañías aéreas se hicieron eco de la noticia avisando a viajeros y turistas, e incluso algunas compañías telefónicas tanzanas enviaron mensajes de móvil a sus clientes informándoles de la situación.
Sin embargo, pasados varios meses después de la entrada en vigor se echa en falta información disponible sobre esta nueva normativa para los consumidores. Según el Banco Mundial, casi 1,3 millones personas visitan Tanzania al año, pero en Dar Es Salaam, la ciudad más poblada del país, salvo por un pequeño aviso informativo en el tren que hace el recorrido Tanzania-Zambia, no se ven anuncios o publicidad informando de este cambio ni en aeropuertos o puestos fronterizos, ni en comercios o grandes superficies. Algunas fachadas de la urbe tienen escritos mensajes como "Mantén tu ciudad limpia", aunque son escasos los lugares donde se pueden encontrar contenedores o recipientes para depositar los residuos. Sí hay algunas papeleras en la sede del Consejo Nacional de Gestión del Medio Ambiente (NEMC por sus siglas en inglés), encargados de la gestión de temas medioambientales en Tanzania, aunque declinan hacer declaraciones sobre la gestión del plástico y los desechos en el país.
La ambiciosa prohibición se refiere a las llamadas "carrier bags" (bolsas finas con asas), aunque como excepción se permiten para servicios médicos, productos industriales, en la construcción, en el sector agrícola, procesamiento de alimentos y en la gestión sanitaria o de residuos. Un paseo por algunas de las principales ciudades tanzanas muestra que las "carrier bags" han desaparecido, pero que se pueden encontrar otros tipos de bolsas de plástico de diferentes colores y tamaños, y el ingenio hace que los consumidores busquen alternativas, donde se centran más en su utilidad que en lo que puedan contaminar o en los residuos que dejan.
En las calles los vendedores ambulantes siguen ofreciendo manzanas, patatas fritas o cacahuetes en pequeñas bolsas de plástico anudadas. Al comprar en un mercado los tenderos ponen sus productos en sacos de tela u otras fibras, reutilizan bolsas de otros productos, y a veces en recipientes que trae el propio cliente, pero podría ser más por ahorrar que por conciencia ecológica. Muchas tiendas ofrecen ahora también sus propias bolsas, tanto de tipo biodegradable como cestas de rafia o sisal y en los mercados cada vez más hay puestos que se dedican únicamente a la venta de bolsas de diferentes tamaños y materiales.
Aunque las calles y paisajes tanzanos han dejado de estar llenos de bolsas de plástico, en el suelo sigue habiendo botellas, envases vacíos, chanclas, restos de ropa... lo que hace necesario un trabajo de concienciación ecológica que implique a toda la sociedad. Desde ForumCC realizan talleres donde buscan sensibilizar sobre la gravedad de los efectos del cambio climático.
La respuesta generalizada frente a la prohibición es que la iniciativa por sí sola es un tanto absurda si no se acompaña de campañas o acciones de concienciación medioambiental. “Esta medida no tiene sentido, la gente tiene que educarse, no tirar las cosas al suelo, prohibir las bolsas es algo absurdo”, dice el responsable de una congregación religiosa en Dar es Salaam. A pesar de esta visión negativa, cada vez hay más iniciativas que apuestan por el cuidado del medio ambiente, como Nipe Fagio, una entidad que organiza limpiezas de basura en las playas y que dan charlas en colegios. La previsión es que poco a poco se vayan desarrollando más acciones que puedan paliar esta falta de conciencia medioambiental en la sociedad y dotando de sentido a la prohibición, aunque en temas de derechos humanos y medioambiente Tanzania tiene varios frentes abiertos, como con la mina de oro de North Mara. Sin embargo, a finales del mes de julio, January Yusuf Makamba, el ministro responsable del ramo, fue cesado por desavenencias con el presidente John Magufuli, por lo que el apoyo gubernamental es probable que lleve algo más de tiempo.