La innovación es la clave para el aterrizaje de la economía circular
De la treintena de elementos de la tabla periódica que se utilizan para fabricar un ‘smartphone’, una tableta o un ordenador, la mitad están en riesgo de agotarse más o menos pronto. Hay cinco o seis, de hecho, que podrían desaparecer en 100 años. “Y me atrevo a decir que serán más bien 50”, advierte la directora de la Cátedra de Economía Circular del TecnoCampus de la UPF, Sònia Llorens. Esta catedrática fue la invitada académica de la tercera edición de los premios que otorgan el BBVA y la Fundació Antigues Caixes Catalanes (FACC) a pymes y autónomos que propongan negocios sostenibles medioambientalmente, unos galardones en los que colabora EL PERIÓDICO y que reivindicaron ayer la innovación y la colaboración como claves fundamentales para lograr que la economía circular acabe de aterrizar.
Sostenibilidad: Una baza para conseguir inversiones más rentables
Porque, tal como explica Llorens, el problema ya no es solo que muchos de estos elementos se agoten, sino que el ritmo al que generamos emisiones y residuos es tan alto, que el planeta ya no es capaz de absorberlos. “Necesitamos cambiar de forma urgente esta forma de producir y consumir”, planteó la docente. “Y esta es una transformación que implica a sociedad, industria, academia y a la administración pública en general”, agrega.
Los casos que demuestran que esto es posible a través de la innovación son varios, desde empresas cuyo cometido es el reaprovechamiento como Too Good To Go, hasta compañías que transforman su producto para que sea más reciclable como Novell con sus cápsulas compostables, pasando por grandes grupos que están buscando la forma de cambiar su modelo de negocio para trabajar en pos de este objetivo: Philips, por ejemplo, ofrece desde hace años un servicio de mantenimiento y asistencia en términos de iluminación al aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam, para que les empiece a salir a cuenta fabricar bombillas que duren más tiempo. Es decir, que la obsolescencia programada deje de tener sentido.
Empresas finalistas
Sin ir más lejos, las cuatro empresas finalistas de estos galardones sirven como ejemplo de lo mismo. Vytrus Biotech, quien se ha llevado los 10.000 euros del primer premio, elabora principios activos para la industria cosmética a partir de células madres de plantas, es decir que reduce hectáreas a metros y miles de litros de agua a unidades. Fitplanet, segunda clasificada y ganadora de 5.000 euros, fabrica ropa deportiva a partir de fibras que vienen de botellas de plástico y redes de pesca abandonadas.
Completan el plantel de finalistas Orpheus y Plazy Car. La primera se dedica a hacer que los edificios sean más sostenibles midiendo con sensores parámetros como la temperatura, la humedad o la cantidad de luz en tiempo real. Plazy Car ofrece limpiezas de coche a domicilio que ahorran emisiones (por no mover el vehículo) y 150 litros de agua por cada lavado.
“Tanto los anteriores premios como estos finalistas demuestran que hay mucha innovación y mucha iniciativa”, afirmó el presidente de la FACC, Jaume Ribera. De hecho, según explicó el mismo, la idea de estos premios es precisamente “poner la sostenibilidad en el centro y ayudar a presentar aquello que se está haciendo”. En definitiva, dijo en la entrega de premios, evidenciar “que eso es posible, que se puede hacer” y que ya hace tiempo que nos hemos alejado del modelo de empresa que se crea únicamente como generador de valor para el accionista.
Ballester aseguró, en este sentido, que la sostenibilidad es en realidad una oportunidad para las empresas, tanto para adaptarse a la demanda social que cada vez va más en este sentido, como para diferenciarse y garantizar que su negocio será viable a futuro.
“Si lo visualizamos como una oportunidad estamos haciendo un cambio igual o mayor que el que fue la revolución industrial”, coincidió la secretaria de Acción Climática de la Generalitat de Catalunya, Anna Bernadas, quien enumeró algunas de las acciones que está llevando a cabo el Gobierno catalán en este sentido: una agencia de residuos, ayudas para la investigación y la innovación, premios de ecodiseño o impulsar un clúster de residuos. “La empresa ha cambiado mucho de mentalidad: ya sabe que está en pleno cambio de paradigma y nosotros queremos que [esto] sea una oportunidad”, concluyó la portavoz de la Generalitat.
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