La modelo crecida en un basurero que compitió en Miss Universo con un vestido fabricado con latas
De pequeña la llamaban “reina de la basura”, pero a los 23 años la tailandesa Anna Sueangam-iam se ha coronado, al menos metafóricamente, como reina de la belleza de este concurso. No fue ella, sino la estadounidense R’Bonney Gabriel quien consiguió alzarse con el título de Miss Universo 2023 en el certamen celebrado a mediados de enero. Pero la historia personal de Sueangam-iam, que sí que llegó a ser nombrada como la mujer más bella de su país, fue la que llamó la atención del público, convirtiéndola en la auténtica protagonista de la jornada.
“Soy una persona que creció en un basurero”, explicó la modelo en el marco del concurso. Su padre era recolector de basura, su madre era barrendera y la familia vivía en una de las barriadas más humildes de Bangkok. La propia niña tenía que buscar entre la basura botellas de plástico para recolectar y ayudar con unos bats (moneda nacional de Tailandia) a la precaria economía familiar. Sueangam-iam también fregaba baños públicos, donaba sangre cada semestre y comía las sobras del comedor de unas monjas budistas. Ella siempre soñó con ser reina de la belleza pero, debido a su situación, sus compañeros se burlaban de ella, apodándola “la reina de la basura”.
Lejos de esconder estos orígenes humildes, Miss Tailandia los compartió con el jurado y con sus compañeras y los convirtió en parte del relato con el que presentarse en el concurso. En la competición preliminar, celebrada el pasado 11 de enero en Nueva Orleans (Estados Unidos) la modelo salió al escenario con un vestido metalizado y brillante. El diseño podría recordar a aquellos que puso de moda el diseñador Paco Rabanne en los sesenta, reivindicados a principios de este siglo por figuras como Kate Moss o Paris Hilton.
Pero el traje encerraba otro mensaje: estaba fabricado con anillas de latas engarzadas con cristales de Swarovski. “Este vestido se inspiró en el entorno familiar de mi infancia”, explicó Sueangam-iam en su cuenta de Instagram, que acaba de alcanzar el medio millón de seguidores. “Al crecer con padres recolectores de basura, mi infancia transcurrió entre montones de desechos. Este vestido único fue confeccionado a propósito con materiales desechados y reciclados, para mostrar al universo que lo que muchos consideran sin valor, en realidad posee su propio valor y belleza”. El vestido de anillas de latas pasó a convertirse en otra cosa. En un símbolo y un potente gancho mediático que le ha valido a la portadora el premio ImpactWayv por su impacto social del certamen, así como una gran visibilidad.
El concurso de belleza Miss Universo ha perdido relevancia en los últimos años, acusado de cosificar a las mujeres y representar una serie de valores caducos.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de El País. Lee el original aquí]