Un proyecto para transformar el mayor vertedero de Senegal en planta de reciclaje

El camino de tierra serpentea entre montañas de desperdicios de cuatro o cinco metros de alto. Por todas partes, hombres, mujeres y niños, muchos niños, se afanan recogiendo garrafas, cables, telas o metales, caminando con desgana entre los desechos, separando cada cosa en montones para luego venderlo. Son unos 3.500 y viven de lo que da este vertedero de Mbeubeuss, situado en la periferia de Dakar, donde acaba toda la basura de la capital senegalesa y su extrarradio. El secretario de Estado de Cooperación Internacional y para el Caribe e Iberoamérica, Fernando García Casas, se asomó este jueves a la cara más oculta de un país que avanza pero que se enfrenta a grandes desafíos.
El olor es intenso. Una mezcla de materia en descomposición y humo tóxico lo impregna todo. Una mujer prepara café y bocadillos en un precario puesto de comida rápida. Al fondo, tras un grupo de chabolas de chapa y madera, surge una inmensa meseta a la que llaman la “plataforma evolutiva” (curiosidades del lenguaje). De ella emerge una fina humareda entre la que deambulan decenas de jóvenes a la búsqueda de los últimos resquicios de algo de valor: monedas, piezas de oro, ajados teléfonos móviles. Casi todo se aprovecha. “Antes nos llamaban bandidos, pero somos recuperadores y estamos orgullosos de serlo. Sin nosotros, esto sería el caos”, asegura Elhadji Malick Diallo, presidente de la asociación Bokk Diom.
Oculto a los ojos de turistas y visitantes, sobre una extensión equivalente a 115 campos de fútbol y abierto en 1968 en el lugar de un antiguo lago, el vertedero de Mbeubeuss podría estar a punto de desaparecer. Un proyecto del Gobierno senegalés con el apoyo del Banco Mundial pretende construir una planta de transformación y reciclaje de residuos que incluya también la producción de biocombustible. La cooperación española estudia una posible implicación en dicha iniciativa y por eso García Casas realizó una visita al vertedero en compañía de Cristina Pérez, directora general de Políticas de Desarrollo Sostenible, Alberto Virella, embajador de España en Senegal, y de personal de la Oficina Técnica de Cooperación (OTC).
El daño medioambiental que genera este vertedero que lleva medio siglo contaminando el aire, el agua y la tierra de los alrededores es una causa suficiente para su cierre, según llevan décadas argumentando activistas medioambientales y parte de la sociedad civil. Los humos provocan constantes quejas de los habitantes del vecino barrio de Malika. “Pero si esto se cierra tiene que haber un plan para todas las personas que viven de Mbeubeuss”, asegura Lamine Kébé, coordinador de la Unidad de Coordinación de la Gestión de Residuos Sólidos (UCG) en el vertedero, al que llegan unas 2.000 toneladas de desechos cada día.