Vivir sin residuos es posible (y necesario)
El movimiento Zero Waste (o Cero Residuos) es una forma de vida que nació a finales de los 90 y que consiste en reducir al máximo la generación de residuos. Existe una serie de prácticas y consejos que podemos aplicar en nuestro día a día para minimizar la basura de nuestro entorno, pero ¿realmente es posible llegar a cero o se trata de una utopía?
La realidad es que llegar a ese punto de cero residuo es muy complicado, porque no solo requiere un cambio a nivel personal, también se necesita del esfuerzo colectivo: ciudadanos, administraciones y empresas. Pero sí podemos empezar a nivel individual a implementar pequeños cambios que nos vayan ayudando y encaminando a la consecución del objetivo final: una sociedad 100% circular. Reducir, reutilizar y reciclar. Si analizamos de manera individual el gasto que generamos en nuestro día a día, ¿es realmente necesario o podemos reducirlo? Cada una de nuestras acciones genera un impacto, con mayor o menor intensidad, en el medioambiente. Quizás es el momento de repensar nuestra manera de consumir.
Aunque este movimiento no es algo que haya surgido recientemente (más bien todo lo contrario) no podemos negar es que cada vez oímos con más frecuencia hablar del término «Zero Waste». Su origen se sitúa entre finales de los 90 y el 2000, de la mano de diversas asociaciones, fundamentalmente en Estados Unidos, que comenzaron a adoptar medidas con el fin de reducir los residuos al máximo.
San Francisco fue la pionera en adoptar diversas medidas con el fin de reducir la cantidad de residuos. Se ha convertido en un referente y, desde entonces, alcaldes de todo el mundo han visitado la ciudad para conocer de primera mano las acciones que se estaban acometiendo en dicha ciudad. En pocos años, han pasado de reciclar el 38% de sus residuos al más de 70%.
Pero también contamos con otros grandes referentes a nivel individual, como es el caso de Bea Johnson. Ella, francesa afincada en California desde hace 20 años, es reconocida a nivel mundial por llevar el movimiento ecológico basura cero a cada rincón del planeta. Para la activista francesa, las 3R (Reducir, Reutilizar y Reciclar) no es suficiente, e incorpora dos más: Rechazar y «Rot» (compost en castellano).
Para llegar a esa generación mínima de residuos, es importante repensar nuestra forma de comprar, reaprovechar siempre que sea posible todo lo que tengamos en casa para darle otros usos y apostar por envases que estén hechos a partir de material reciclado. Esta forma de vida no solo reduce el impacto en el medioambiente, también se ve reflejado en nuestros bolsillos y en la salud, ya que el objetivo es incorporar a la cesta solo lo necesario y siempre favoreciendo los alimentos sanos, saludables y de proximidad.
[Este contenido procede de La Razón. Lee el original aquí]