Avances técnicos en compostaje: optimización de la materia orgánica disuelta para residuos sostenibles y agricultura ecológica
El compostaje se mantiene como una herramienta esencial en la gestión de residuos orgánicos, transformando desechos en productos útiles para la agricultura y promoviendo la economía circular. La aplicación agrícola exitosa del compost depende críticamente de su estabilidad y madurez, atributos que aseguran la calidad del producto final y evitan efectos adversos como inhibición de la germinación, reducción del crecimiento vegetal o fitotoxicidad.
La estabilidad del compost está determinada principalmente por la tasa de degradación de la materia orgánica (MO), estrechamente vinculada a la actividad microbiana. Durante la biodegradación aeróbica, los microorganismos consumen oxígeno y liberan CO₂, con tasas que en estudios respirométricos han mostrado una absorción de oxígeno promedio de 15–25 mg O₂/g MO por hora en las fases activas del compostaje. Este consumo se correlaciona directamente con la demanda microbiana de oxígeno (OUR), indicador clave para evaluar la madurez del compost.
La materia orgánica disuelta (DOM) constituye la fracción más activa biológica y químicamente del compost, representando entre un 20–40 % del carbono total disponible en las primeras etapas del proceso. En este periodo, compuestos lábiles e hidrofílicos como carbohidratos, aminoácidos y proteínas se degradan rápidamente, mientras que las fracciones aromáticas más resistentes se acumulan progresivamente, reduciendo la degradabilidad de la DOM a valores cercanos al 40 % de su valor inicial en fases avanzadas.
La medición integrada de la DOM y la actividad microbiana permite identificar los constituyentes químicos implicados en la degradación de la MO y optimizar el compostaje. Estudios han demostrado que la humificación, expresada como el ratio HA/FA (ácidos húmicos/ácidos fúlvicos), puede aumentar hasta 1,8–2,0 en compost maduro, indicando una estabilización adecuada de los nutrientes y una menor fitotoxicidad.
El seguimiento respirométrico en condiciones óptimas de humedad y temperatura ha permitido registrar liberaciones de CO₂ de 150–200 mg CO₂/g MO durante la fase activa, lo que refleja la eficiencia de la degradación microbiana. La optimización de estas variables técnicas no solo mejora la eficiencia de la biodegradación, sino que maximiza la recuperación de nutrientes como carbono y nitrógeno, reduce los riesgos de contaminación y fitotoxicidad y asegura un compost estable y maduro para aplicaciones agrícolas.
Estos avances posicionan al compostaje como una estrategia ambiental clave para la gestión sostenible de residuos orgánicos y la agricultura ecológica, donde la integración de datos bioquímicos y respirométricos garantiza un tratamiento eficiente y un producto final de alta calidad, con menor impacto ambiental y mayor valor agronómico.
[Este contenido procede de Sciencedirect Lee el original aquí]






