Black Friday: un viernes negro para el medio ambiente por sobreconsumo y residuos
Aparentemente tanto el Black Friday como el Cyber Monday parecen ser excelentes formas de ahorrar dinero, especialmente para quienes pretenden adelantar la compra de regalos navideños y/o buscan actualizar sus dispositivos electrónicos, cambiar el guardarropa u obsequiar a los más pequeños con nuevos juguetes. También se aduce que hay familias de bajos ingresos que solo de esta manera acceden a ciertos productos. Pero la realidad es muy diferente, puesto que el Black Friday no está diseñado para ayudar a los consumidores menos afortunados, sino que es la forma más evidente de promocionar el consumismo masivo, agresivo y competitivo: poniendo un tiempo límite para adquirir las ofertas, se anima a las personas a comprar productos (y hasta servicios) que nunca pensaron que querían. Y todo ello tiene consecuencias a nivel medioambiental, produciendo más residuos o enviando a la basura productos que tal vez aún están en uso.
Las empresas captan clientes ofreciendo algunos a precios a veces irrisorios. Los desperdicios se multiplican con el Black Friday. El desperdicio es un problema mundial durante todo el año, pero cuando llega el Black Friday el aumento de este tipo de basura es verdaderamente impactante. La enorme mayoría de los productos están envasados y la gente no solo compra sin límites, sino que no se molesta en separar y reciclar la mayor parte de los mismos. Además, la compra compulsiva lleva a desechar objetos que no necesariamente habían cumplido su ciclo de vida.
Las ofertas de Black Friday que se adquieren online suelen tener fechas de entrega perentorias, lo que aumenta de forma desmesurada la huella de carbono del producto, de la transacción y de todos los que están involucrados en ella. Según una encuesta de le empresa de embalajes DS Smith, un 29% de los españoles prevé recibir en estas fechas al menos un artículo defectuoso o dañado, lo que repercute en las cadenas logísticas. Los sistemas de envío colapsan, pierden eficiencia, los transportes se multiplican y la generación de gases de efecto invernadero se dispara. Cuanto más barato se venda un producto, más deberíamos fijarnos en la sostenibilidad de su producción, en el origen y especialmente en toda la cadena de fabricación, transporte y venta. A ello debemos sumar otra cuestión sociolaboral: en estas fechas señaladas el personal de las tiendas (ya sea fijos o eventual) trabaja de forma intensiva por un salario que no suele ajustarse a ese esfuerzo extra.
Para poder ofrecer lo que se vende ese día previamente hay un aumento desmesurado en el consumo de todo tipo de recursos (energía, agua, materias primas), que implica graves problemas para el medio ambiente: contaminación masiva de agua, suelos y aire, destrucción de biodiversidad por pérdida de hábitats, consumo desmedido de combustibles fósiles (y el consiguiente aumento de las emisiones de efecto invernadero), incremento de residuos, etc. Las campañas Black Friday son ejemplos de cómo el ser humano es inducido a consumir lo que no necesita, solo por el hecho de que las grandes empresas le hayan hecho creer que es el ‘momento propicio’ para hacerlo. Antes de comprar, conviene reflexionar si realmente conviene, a nuestra economía... y al planeta.
[Este contenido procede de Ecoticias. Lee el original aquí]