Con la sostenibilidad sí se juega: así se adapta la industria juguetera a la economía circular
El Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio (AIJU) tiene su sede en Ibi, Alicante, toda una referencia en el sector. Profesionales como Enrique Añó, responsable de Procesos y Productos Sostenibles (Medio Ambiente Industrial) trabajan para que los juguetes del siglo XXI sean más sostenibles, en tiempos en los que el plástico retrocede cada vez más. Como señala Añó: «Ante la necesaria reducción del uso de plásticos, se buscan productos sustitutivos, con biomateriales procedentes de residuos agrícolas, de podas, etc., o polímeros como el PBS o el PLA, para favorecer la biodegradación».
Cáscara de almendras, caña de azúcar o almidón de patata (o extractos de remolacha o naranja) se convierten, entre muchos otras, en materias primas cada vez más aplicadas. Innovación y sostenibilidad ante desafíos tecnológicos como la adaptación de las máquinas de fabricación a este tipo de materiales con nuevas propiedades físicas y mecánicas.
En el caso de la AEFJ (Asociación Española de Fabricantes de Juguetes), participan en la campaña ‘Comparte y Recicla’, de la Fundación Crecer Jugando, que ofrece una ‘segunda vida’ a los juguetes a través de su reutilización, donándolo a niños que lo necesiten o reciclándolos si no son aptos. Iniciativa que se une a otras, aplicadas al sector, como Childicitzens, EcoMarsi, BioMat4Future o Circular Industry CV
«La sostenibilidad se ha convertido, desde hace algunos años (destaca Maite Francés, directora de marketing de AEFJ), en la principal misión hacia la que apuntan los esfuerzos del sector dirigido a los niños, que tienen en su manos la responsabilidad de cuidar el planeta. Por eso, se innova en el diseño, para que el producto resulte lo más eficiente posible, en los procesos de producción (ahorro energético, uso de energías renovables…), en los materiales (plásticos biodegradables o biobasados, maderas de bosques certificados, cartón reciclado…) y en el fin de uso, a través de una campaña de recogida de juguetes a nivel nacional».
La institución incluye la categoría ‘Mejor Juguete Sostenible’ en sus premios ‘Mejor Juguete del Año’, con ganadores en las últimas ediciones como ‘Rubbish Race’ (reciclaje), ‘Kadicity, Ciudad de Cartón’ (ciudad sostenible) o ‘Ecoluches’ (peluches 100% reciclados a partir de botellas de plástico encontradas en el mar).
Todos estos nuevos materiales no afectan a la calidad, como señala el portavoz de AIJU, «ya que las directivas marco regulan con detalle las propiedades de cada producto, en contenidos, funciones y materiales». En cuanto a la rentabilidad, reconoce que hay que ser pacientes: «Siempre que hay que implementar una novedad tecnológica hay un periodo de adaptación. En el caso que nos ocupa, el auge en la necesidad de biomateriales se ha encontrado con la escasez de proveedores, lo que supone precios más elevados… al menos, la situación ya está revirtiendo».
Este recorrido circular, que también influye en el desarrollo social de la comunidades productoras de materia prima, debe comenzar desde el denominado ‘ecodiseño’, que permite concebir productos para que tengan la menor ‘huella ambiental’ posible (como en el caso de la ‘huella hídrica’ en textiles), tanto en materiales como en la forma de ensamblarlos, para que, a la hora de llegar a la cadena de reciclaje, sea más operativa su separación. Un proceso en el que, en el caso de los componentes eléctricos o electrónicos, participan instituciones comoEcopilas, Eco-Raee´s o Fundación Ecotic, que contribuyó en la campaña 2020 de ‘Comparte y Recicla’ con «el tratamiento de cerca de 31 toneladas de juguetes electrónicos, que de haber sido destinadas a vertederos, supondrían el equivalente a 77 toneladas de CO2».
Desde el punto de vista de una empresa especializada, Rafael Miró, fundador y jefe de Proyectos de Kadibudoo, subraya cómo el círculo debe ser lo más virtuoso posible: «Un juguete que sea sostenible no solo debe cumplir simplemente con la expectativa de estar fabricado con materiales reciclables o reciclados. También debe garantizar una experiencia segura y duradera, así como cumplir con un proceso de vida útil responsable. Esto lo diferencia de tantos otros productos que se presentan disfrazados como sostenibles y que, en realidad, rompen en muchos aspectos una cadena coherente con los valores que realmente favorezcan el respeto por nuestro planeta».
El sitio web de la empresa incluye la sección ‘Planeta Sostenible’, y sus juegos de cartón y de bloques de construcción incluyen un sobre con semillas de Pradera Mediterránea (aptas y certificadas para cualquier lugar de España). Una divertida y gratificante siembra de sostenibilidad.
[Este contenido procede de ABC. Lee el original aquí]