El cierre del parque nuclear europeo costará medio billón de euros
El adiós de Europa a las primeras generaciones de centrales nucleares puede resultar interminable y costará una ingente cantidad de dinero que podría rondar el medio billón de euros. La cifra parece elevada, pero con toda probabilidad se queda muy corta porque las estimaciones aumentan año tras año.
La tremenda complejidad técnica del desmantelamiento de más de dos centenares de reactores atómicos; la necesidad de gestionar unos residuos nucleares que superan los tres millones de metros cúbicos, y el reprocesamiento y aislamiento de toneladas de combustible gastado y desechos radiactivos, colocan al continente europeo ante un desafío presupuestario, logístico y de seguridad sin apenas precedentes.
La envergadura de la tarea en ciernes es de tal magnitud que, según los últimos datos de la Comisión Europea, de los 90 reactores que ya se han clausurado, sólo tres han sido desmantelados del todo (esto es, se ha devuelto el emplazamiento en sus condiciones originales).
Sin embargo, estos tres reactores, todos en Alemania, tenían una capacidad de generación tan insignificante (apenas entre 16 y 107 MW) que, según un experto, “no se puede considerar una experiencia que sirva para valorar los costes de desmantelar y regenerar un reactor comercial normal”. Estos suelen tener entre 800 o 1000 MW y la mayoría ya camino de los 40 años de vida útil o que los han superado.
Los prolongados periodos de desmantelamiento (Reino Unido prevé hasta 120 años) pueden agravar la dificultad de la tarea porque se pierde el conocimiento de primera mano de los técnicos que gestionaron en su día la nuclear. “El impacto de esa pérdida puede ser irreversible”, advierte la CE en su llamado “programa nuclear” de mayo de este año.
La CE también reconoce que los cálculos sobre los costes del desguace de las plantas y la gestión de los residuos están marcados por “incertidumbres y la falta de precedentes”. Los 14 países europeos que cuentan con un parque nuclear activo, no parecen dispuestos a compartir información sobre dichos costes, a pesar de que una directiva europea de 2011 exige transparencia.
Los datos más recientes recabados por la Comisión indican que el coste estimado de desmantelar todas las nucleares es de 122.700 millones de euros, mientras que el de la gestión del combustible gastado y la custodia de los residuos podría elevarse a 400.000 millones de euros, según la misma fuente. Más de medio billón que contrasta con los fondos recaudados hasta ahora con ese fin por los países: 132.000 millones. En España, los fondos ascienden a 4.000 millones, cuando necesitaría 14.000 millones, según el Plan de Residuos de 2006.
La mayor parte del coste se concentra en Francia; Reino Unido y Alemania. Pero el problema está llamado a extenderse porque en la UE se generan anualmente 112.000 metros cúbicos de residuos radiactivos. La inmensa mayoría son de escaso riesgo (por ser de media y baja intensidad) y se pueden gestionar a pequeña escala. Pero, además, cada año se producen otras 3.200 toneladas de metales pesados procedentes del combustible usado, además de 200 metros cúbicos de residuos de alta radiación. A finales de 2010, último dato que maneja la CE, en el conjunto de la UE se almacenaban 53.300 toneladas de metales radiactivos, la mayoría, uranio.
Solo dos países, Francia y Reino Unido, tienen plantas de reprocesamiento del combustible gastado (La Hague, en Normandia, y Sallefield, al noroeste de Inglaterra). Gracias a ese reciclaje, que realizan con sus propios residuos y los de otros países que lo contratan, se recupera una buena parte del uranio que puede reutilizarse (un 95% del total); plutonio (un 1%) y otros desechos fisibles (4%) que se mezclan con vidrio y es el residuo que debe almacenarse o enterrarse inevitablemente durante siglos.
El caso español
España tiene siete reactores en funcionamiento: Almaraz I y II; Ascó I y II; Cofrentes; Trillo; Vandellós II. La reciente clausura de la central de Santa María de Garoña supuso el tercer cierre de centrales nucleares España, junto a Vandellós I (en Tarragona), en 1989 (a los 17 años de su puesta en marcha, tras un grave incendio en la zona de turbinas); y en 2006 cerró la de José Cabrera ( Zorita), que estuvo en funcionamiento 38 años.
28 años después de su cierre y tras varias fases de desmantelamiento, Vandellós se halla en un estado de latencia que durará hasta 2028, año en que se desmontará el reactor, ahora confinado en un armazón. Su combustible fue reprocesado en La Hague, planta que custodia sus residuos radiactivos con un elevado coste que la empresa pública española encargada de la gestión de los residuos y el desmantelamiento, Enresa, mantiene en secreto. Francia se quedó con el plutonio de Vandellós, tal como figuraba en el contrato del reactor, una vieja tecnología de grafito gala.
El desguace de Zorita, presupuestado en unos 160 millones (que no incluye la gestión futura de sus residuos), ya se ha ejecutado en un 80%. En su caso, y en el de Garoña, ha sido necesario construir un almacén individual (otro coste) para guardar los desechos hasta que se levante el proyectado cementerio nuclear, o ATC.
Los ocho reactores soviéticos en Europa
Entre los reactores que debe desmantelar la Unión Europea figuran ocho reactores soviéticos de primera generación, un modelo condenado a su desaparición tras la tragedia de Chernobil en 1986.
Los reactores se encuentran en Lituania (2), Eslovaquia (2) y Bulgaria (4), países que se comprometieron a apagarlos a cambio de ayudas de la UE. Ayudas. Entre 1999 y 2013, la UE presupuestó 2.785 millones de euros para financiar el cierre de los ocho reactores. Y prevé que la factura se eleve al menos a 3.800 millones hasta 2020.