El papel de los ríos en el transporte de la contaminación plástica al mar
Actualmente, el plástico es uno de los materiales que más utilizamos en nuestro día a día y también el más abundante entre los residuos que generamos. Este consumo excesivo ha dado lugar a la contaminación por plástico. Esta problemática ambiental a escala mundial ha sido ampliamente estudiada en mares y océanos, y recientemente también se ha evidenciado en ríos.
El primer polímero completamente sintético se fabricó por primera vez en 1909 por el químico Leo Baekeland, que lo nombró baquelita. La baquelita representaba un nuevo material, que ofrecía multitud de propiedades como durabilidad, flexibilidad y resistencia, y un precio de producción bajo. Estas ventajas lo convirtieron en el primer plástico comercial. A la vez, abrió la puerta a una nueva era de materiales sintéticos que cambiarían el mundo y nuestra vida cotidiana por completo.
Desde entonces, la producción de plásticos ha aumentado exponencialmente. Se estima que hasta 2015 se habían producido unos 8 300 millones de toneladas de plástico. La mayor parte se han generado en los últimos 20 años y son principalmente envases, caracterizados por una vida útil generalmente corta que los convierte rápidamente en residuos. Las primeras evidencias de esta contaminación se obtuvieron en 1972, cuando se publicó el primer artículo científico que informaba sobre la presencia de residuos plásticos en el océano, concretamente en el mar de los Sargazos, en medio del Atlántico Norte.
A partir de entonces, las evidencias de la contaminación por plásticos han aumentado exponencialmente, especialmente en ecosistemas marinos, que han sido los ecosistemas más estudiados. Se ha documentado la presencia de plásticos en islas remotas del Pacífico, en las profundas fosas marinas y en el océano Ártico. La contaminación por plástico es un problema ambiental global. También se han descrito cinco islas de plástico. Estas grandes áreas de agrupación de plásticos se acumulan en cada uno de los giros subtropicales oceánicos localizados a ambos lados del Ecuador, debido al viento y a las corrientes marinas.
Los ríos pueden recoger y transportar los residuos mal gestionados de poblaciones de interior hacia el mar. Por lo tanto, pueden tener un papel relevante en el aporte de plásticos al mar. Partiendo de esta hipótesis, un estudio publicado en 2017, y liderado por el investigador Laurent Lebreton, estimó que entre 1,1 y 2,4 millones de toneladas de plástico eran transportadas anualmente por los ríos hacia el mar, con una contribución mayoritaria de los ríos asiáticos. Para poder verificar estas estimaciones y diseñar métodos de gestión eficaces basados en evidencias científicas, es necesario incrementar el número de estudios realizados en estos sistemas fluviales.
Agrupando todos los datos obtenidos en los pocos trabajos realizados hasta el momento, en 2020 se determinaron los macroplásticos más comunes en los ríos de Europa. El 59% de todos los residuos encontrados eran plásticos de un solo uso, relacionados con nuestros hábitos de consumo y, especialmente, envoltorios de alimentos, botellas y tapones, y bolsas de plástico. Muchos de los datos recogidos en este estudio procedían de observaciones realizadas por ciudadanos. La ciencia ciudadana puede ser una buena opción para obtener datos a grandes escalas espaciales y temporales y, al mismo tiempo, aumentar la conciencia ciudadana sobre el esta problemática ambiental y el efecto de nuestros hábitos de consumo.
Los plásticos más comunes detectados en los ríos coincidieron también con los más comunes en playas europeas, tal y como corroboró una iniciativa ciudadana promovida por la Agencia Europea de Medio Ambiente desde 2014, que reportó que cerca del 80 % de los residuos que entran en el mar son plásticos, principalmente bolsas y botellas.
Otra de las iniciativas de ciencia ciudadana que también ha contribuido a aumentar el conocimiento sobre la contaminación por plásticos en ríos europeos ha sido el proyecto Plastic Pirates. Se trata de un proyecto de ciencia ciudadana escolar coordinado por la Universidad de Kiel, en Alemania, que tiene como objetivo determinar las fuentes y los tipos principales de residuos en los ríos mediante muestreos en la ribera del río, y que ha obtenido resultados muy relevantes hasta el momento. Por ejemplo, durante el curso escolar 2016-2017, este proyecto involucró 360 grupos escolares que muestrearon ríos a lo largo de toda Alemania. Los datos obtenidos determinaron que los plásticos (33%) y las colillas de cigarro (20%) eran los residuos más frecuentes en los ríos muestreados, y que la principal fuente de estos residuos podía provenir sobre todo de las visitas recreacionales al río.
De manera similar, en Cataluña se inició en 2019 el proyecto de ciencia ciudadana en el ámbito escolar Pescadors de Plastic, que tiene cómo objetivo estudiar la presencia de residuos plásticos a escala de cuenca en diferentes ríos catalanes. Este es un proyecto coordinado por el Centro Tecnológico BETA de la Universidad de Vic que ha recibido financiación por parte de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), del Ministerio de Ciencia e Innovación. En la última edición de este proyecto, alrededor de 1 225 alumnos de diferentes centros educativos catalanes muestrearon 49 tramos de estudio distribuidos a lo largo de cuatro cuencas fluviales. En todos ellos encontraron residuos en la ribera del río. De estos residuos, casi la mitad (48%) fueron plásticos, de los cuales el 86 % eran de un solo uso, con predominio de las bolsas de plástico y los envoltorios de alimentos.
Actualmente la ciencia ciudadana está ayudando a entender mejor las causas y consecuencias de la contaminación por plásticos, también en los ríos, dónde los resultados obtenidos hasta el momento parecen confirmar que también es relevante. Los datos parecen indicar que los plásticos de un solo uso son los más predominantes en estos ecosistemas, como se ha visto previamente en el ecosistema marino y en las zonas costeras. Esto confirma, una vez más, que modificar nuestros hábitos de consumo es crucial para abordar esta problemática ambiental.
[Esta noticia fue publicada originalmente en The Conversation. Lee el original aquí]






