El programa Life consigue reciclar el 85% del peso de un avión
Con el incremento de la flota mundial ha aumentado el número de aparatos que deben ser retirados del servicio. El Programa LIFE de la Comisión Europea establece que los aviones de la eurozona deben ser desguazados y reciclados, pero en su mayoría acaban “aparcados”.
Las aeronaves tienen una vida media de entre 20 y 30 años y cuando llegan al final de su ciclo de vida tienen varias opciones: o se convierten en aviones de carga, o se almacenan en «cementerios» de aviones, en los propios aeropuertos o, unos pocos, se reciclan.Una vez que llegan al cementerio de aviones, tras pasar allí largas temporadas son puestos a punto de nuevo y vendidos a terceros, principalmente a las fuerzas aéreas de otros países menos desarrollados o se quedan allí almacenados de por vida. Existen varios cementerios de aviones en todo el mundo. Uno de los más grandes es Boneyard, que se encuentra en un desierto de Tucson, Arizona, (Estados Unidos). Se trata de un enclave elegido con clima seco y terreno alcalino que lo hacen idóneo para la conservación de los aviones.
Pero afortunadamente y en los últimos años está surgiendo una nueva actividad. Con unos 1.000 aviones de gran tamaño dados de baja cada año la industria del reciclaje de los aviones modernos se encuentra en pleno auge.
En el año 2005 la UE a través del Programa Life puso en marcha el Proyecto PAMELA, con el objetivo de desarrollar el reciclado de aviones. Gracias a Pamela se creó una sistemática para el desmantelamiento y reciclaje de aviones al final de su ciclo de vida. Con este proyecto se pasó de reciclar un 55% del peso del avión a reciclar el 85%. PAMELA demostró rotundamente que era posible reducir de forma notable el impacto medioambiental asociado al desmantelamiento de un avión. El proyecto demostró que el 85 % o más de los materiales recuperados pueden revenderse a través de canales de recuperación regulados. Hasta el 70 % retorna a la industria, incluida la aeroespacial.
Este éxito abrió una interesante oportunidad comercial que, en el año 2009 se materializó en la creación de una nueva iniciativa de negocio: TARMAC Aerosave, la primera empresa que se dedica al desmantelamiento de aviones al final de su vida útil de forma respetuosa con el medio ambiente. Esta nueva sociedad inauguró una planta de reciclaje de aviones en el Aeropuerto de Tarbes, en el sur de Francia y cada año recicla unos 30 aviones.
Y esta misma empresa, que asegura, ahora mismo tiene colapsado el centro de Francia, tiene previsto continuar en Teruel (España) con la actividad del reciclado de aviones. La previsión es que la zona de reciclado esté terminada para el mes de marzo y que este mismo año puedan comenzar con esta línea de actividad. El aeropuerto de Teruel está diseñado para convertirse en uno de los mayores Centros Industriales de Europa para reparación y desmontaje de aeronaves. Espera alcanzar los 50 aviones reciclados al año.
Los aviones son desmantelados, separando las piezas que todavía se puedan utilizar para venderlas (motores, asientos, trenes de aterrizaje, partes móviles de las alas…), mientras que los metales son separados para su reciclaje (hasta el 85% de los metales se pueden separar).
De momento son pocos los aviones que se reciclan (entre los dos centros de TARMAC se reciclarán unos 90 aviones por año) porque los plazos son considerablemente más largos que los del desguace no selectivo.
Pero en el primer Simposio Internacional sobre Reciclaje de Aeronaves celebrado en Stuttgart, Alemania en diciembre del 2013, se aseguró que el campo de reciclaje de aviones está desarrollando muy rápido y aunque es necesario crear una infraestructura mundial suficientemente densa para conseguir que el reciclaje sea más eficiente, con el tiempo, son optimistas y esperan conseguir la eliminación segura, completa y respetuosa con el medio ambiente de todos los componentes de los aviones.
Leo Hidalgo (cc)