Evaluación crítica del desempeño de España en materia de economía circular dentro de la Unión Europea
El informe “El medio ambiente en Europa 2025”, elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), señala que a pesar de los considerables avances en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y los niveles de contaminación atmosférica, el estado general del medio ambiente en Europa no es bueno. Asimismo, advierte que los efectos del cambio climático en el continente son cada vez más preocupantes y amenazan tanto la prosperidad económica como la seguridad y la calidad de vida de los europeos.
La AEMA es la agencia encargada de generar y proporcionar conocimiento para alcanzar los objetivos medioambientales y climáticos de Europa. Según su última valoración, uno de los ámbitos más preocupantes es el del estado de conservación de la naturaleza europea, que sigue enfrentándose a la degradación, la sobreexplotación y la pérdida de biodiversidad. Otro es el del lento avance hacia la economía circular: una de las prioridades políticas de la UE. Y ambos están unidos, ya que si progresásemos hacia ese objetivo lograríamos detener el agotamiento de recursos naturales y el deterioro del medio ambiente.
Los números hablan por sí solos. Cada ciudadano europeo utiliza alrededor de 14 toneladas de materiales y genera 5 toneladas de residuos al año: uno de los niveles más altos a escala mundial. Una tasa que supera los límites de regeneración y dificulta la reducción de la demanda de recursos naturales en Europa. De hecho, los sistemas lineales de producción siguen prevaleciendo en buena parte de la UE y, pese a los avances legislativos y las llamadas al orden por parte de la Comisión Europea (CE), la circularidad de los materiales permanece estancada en algunos países, como España.
Según los datos proporcionados por la Red Europea de Información y Observación sobre el Medio Ambiente (Eionet), el avance de la economía circular en nuestro país va “en la dirección equivocada” y sigue “muy lejos de los objetivos europeos”. Los indicadores muestran que la proporción de material recuperado y reintroducido en la economía, y por consiguiente, el ahorro en la extracción de materias primas primarias en el uso total de materiales, siguen siendo escasos.
El vertido ilegal de residuos sigue siendo una lacra para el avance de la recuperación de materiales en España. La CE, que lleva años reclamando a España el cierre total de los vertederos que no cumplen las normativas, mantiene varios procedimientos de infracción contra nuestro país por este tema. Un asunto que nos ha valido varias sentencias condenatorias del Tribunal de Justicia de la UE y en el que no logramos mejorar. España sigue enviando casi la mitad de sus basuras a vertedero cuando el objetivo UE es que solo vaya a parar el 10% en 2035.
A la cola de Europa
Las cifras demuestran que el porcentaje de uso circular de materiales en los sectores productivos españoles es del 8,5%, lo que nos sitúa en la parte baja de la tabla, entre Eslovenia y Polonia. La media europea está en el 11,8 %. El objetivo de Bruselas es llegar al 22,4% para 2030. Países Bajos esta en un 30,6%, Italia en un 20,8% y Francia en un 17,6 %. Otra de las comunicaciones remitidas por la CE, la Revisión de la Implementación Ambiental 2025, resaltaba el pasado junio que, pese a los esfuerzos legislativos de los últimos años, España no cumplió con el objetivo de la UE de reciclar el 50 % de los residuos municipales para 2020, por lo que “alcanzar los próximos objetivos requerirá mayores esfuerzos”.
Con todo, y en un alarde de diplomacia, la AEMA concluye que España está “en camino” de cumplir con los objetivos europeos en economía circular, aunque con un “amplio margen de mejora” respecto a otros Estados miembros de la UE. En concreto destaca que desde 2015 se ha venido observando una ligera tendencia al alza en la incorporación de material reciclado al sistema productivo y se han implementado diversos mecanismos, como la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados y la estrategia española de economía circular 'España Circular 2030', que impulsan diversas medidas para avanzar en este ámbito, incluyendo incentivos fiscales.
También reconoce la apuesta del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), que centra buena parte de su labor en promover la economía circular en tres sectores clave: el del textil, la moda y el calzado; el del plástico; y el de los bienes de equipo para la industria de las energías renovables. Asimismo reconoce el compromiso de “las autoridades regionales y locales españolas con las políticas de economía circular”, destacando que la mayoría de las comunidades autónomas y numerosas ciudades españolas cuentan ya con estrategias propias.
Agua y materiales de construcción
Entre las recomendaciones a las autoridades españolas para “volver al pelotón” y contribuir a alcanzar juntos los objetivos en circularidad de la UE, figuran la necesidad de impulsar medidas eficaces de prevención para reducir la cantidad total de residuos generados. Aumentar las tasas de reciclaje y “asegurar que los compromisos se traduzcan en resultados cuantificables”. Realizar mayores inversiones en campos tan importantes como la reutilización de agua regenerada procedente de depuradora: algo esencial para reducir la demanda de un recurso cuya disponibilidad se va a ver cada vez más amenazada por el cambio climático.
Mejorar la recogida y valorización de la fracción orgánica de las basuras y aumentar la tasa de recogida de de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE). Incrementar los esfuerzos para la recuperación de los materiales procedentes de una de las fracciones más importantes: los residuos de construcción y demolición, que representan casi el 40 % de todos los residuos generados en la UE y en la que España se mantiene diez puntos por debajo de la media europea, mientras sigue explotando canteras y extrayendo áridos de la naturaleza.
Más allá del reciclaje la UE llama a abordar los objetivos de reciclaje a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos: desde su concepción hasta el final de su vida útil, estableciendo requisitos de ecodiseño para que generen menos residuo y sean más fáciles de reciclar. Promover el desarrollo de unas cadenas de valor más eficaces, que dejen de externalizar los costes ambientales y busquen dejar los residuos dentro del círculo de producción, convertidos en recursos. Y por supuesto, aumentar las restricciones al depósito en vertedero de los residuos aptos para el reciclaje.
Por último, el informe de la AEMA amplía el rango de responsabilidad al conjunto de la sociedad. “Afrontar el reto de la transición hacia una economía circular -concluye- solo será posible con la ayuda, la participación y la implicación de toda la sociedad, no solo de la administración pública, sino también de los sectores económicos (fabricación, producción, distribución y gestión de residuos), que deben incorporar la investigación y la innovación como elementos clave para contribuir a alcanzar los objetivos previstos”. Y apela directamente a la participación ciudadana al añadir que “los agentes sociales y, aún más, los consumidores finales deben desempeñar un papel más activo, pues sus decisiones de compra y sus buenos hábitos en la separación de los residuos son fundamentales”.
[Este contenido procede de El Confidencial Lee el original aquí]






