Innovación académica convierte residuos agrícolas en alternativas sostenibles al yeso en la construcción
El sector de la construcción, responsable de casi un tercio del consumo energético mundial, enfrenta el reto de avanzar hacia prácticas más sostenibles y eficientes. Una parte considerable de este gasto energético se destina a calefacción y refrigeración de edificios, lo que incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero y agrava el cambio climático. Frente a este escenario, el desarrollo de materiales con mejor aislamiento térmico y menor impacto ambiental se presenta como una prioridad.
Las placas de yeso, ampliamente utilizadas en techos y tabiques, aportan beneficios en aislamiento y estética, pero presentan importantes limitaciones: se derivan de recursos no renovables, generan problemas ambientales en su extracción y procesamiento, y su desecho en vertederos libera compuestos nocivos como el sulfuro de hidrógeno. Esto ha impulsado la búsqueda de alternativas más sostenibles.
En paralelo, la gestión de residuos agrícolas sigue siendo un desafío ambiental. Cada año se generan cerca de 140 mil millones de toneladas de desechos de cultivos, muchos de los cuales se eliminan mediante quema a cielo abierto, con efectos negativos en la calidad del aire, el suelo y el agua. El caso del mijo perla es emblemático: solo en India, entre 2020 y 2024, se produjeron en promedio 10,71 millones de toneladas de este cereal, generando más de 11,5 millones de toneladas de residuos, la mayoría sin aprovechamiento adecuado.
Con el fin de transformar este problema en una oportunidad, un reciente estudio académico ha desarrollado placas de techo biocompuestas a partir de residuos de mijo perla, combinados con harina de trigo residual y papel de desecho. Estas placas sustituyen parcialmente el yeso, ofreciendo una alternativa ecológica y funcional para la construcción.
La investigación utilizó el método Taguchi y análisis estadísticos avanzados (ANOVA y regresión) para optimizar la composición de los biocompuestos. Los resultados fueron notables: se logró reducir la conductividad térmica a 0,065 W/m·K, mejorando el aislamiento, y alcanzar una resistencia a la flexión de hasta 1,24 MPa, parámetros comparables e incluso superiores a los de las placas convencionales de yeso. Los modelos predictivos demostraron alta fiabilidad, con valores de R² superiores al 94 %.
Este hallazgo abre la puerta a una nueva generación de materiales de construcción sostenibles, que no solo aprovechan residuos agrícolas abundantes, sino que también contribuyen a la eficiencia energética y a la reducción de emisiones en el sector de la construcción. Además, se alinean con los principios de la economía circular, transformando desechos en recursos valiosos y ofreciendo una solución práctica para techos, tabiques y acabados interiores.
Con investigaciones como esta, la academia muestra cómo la innovación en materiales puede convertirse en un pilar clave de la sostenibilidad ambiental y la gestión responsable de residuos, al tiempo que responde a las demandas globales de construcción eficiente y resiliente.
[Este contenido procede de Nature Lee el original aquí]






