Investigadores colombianos descubren un tratamiento eficaz para los PCB
Los aceites que se usan en los transformadores de energía eléctrica y en equipos hidráulicos se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para la industria. Estos compuestos, conocidos como bifenilos policlorados o PCB, son altamente tóxicos y contaminantes. Por sus efectos cancerígenos y teratógenicos (deformaciones del feto en mujeres embarazadas) tratados internacionales como los de Basilea y Estocolmo prohibieron su producción y comercialización.
La contaminación que producen los PCB es bioacumulable: si se vierten a un río, se contaminan los organismos que lo ingieren, del mismo modo la cadena alimenticia que se derive. Estos compuestos pueden encontrarse en sedimentos y excreciones de animales marinos, pueden difundirse a grandes distancias antes de ser ingeridos. Se han detectado cantidades elevadas de bifenilos policlorados en la leche materna de esquimales, lejos de centros industriales.
Según un inventario realizado en 1998 en Colombia, se estima que pueden haber 2.000 toneladas métricas de PCB, aunque la cifra puede ser mayor, por la forma como se realizó el inventario: por medio de encuestas a las industrias. Sólo el 22% de las compañías encuestadas respondió.
La tecnología convencional para destruir los bifenilos policlorados también es perjudicial para el ambiente, se incineran en plantas químicas que procesan los gases de combustión para evitar el escape de furanos y dioxinas, sustancias que se producen en la incineración de los PCB y que son más tóxicas que ellos. En Colombia no existen estas instalaciones de incineración.
Algunas industrias colombianas embalan todo el transformador y lo envían a un tratamiento en una planta en Europa. No obstante, el transporte y los seguros requeridos para trasladar material peligroso hacen que, por sus elevados costos, pequeñas y medianas empresas tengan que almacenar los transformadores bajo tierra, con el riesgo de que su contenido se emita a depósitos subterráneos de agua.
La solución que encontró un equipo de investigadores de la Universidad del Valle es 100 % eficaz, beneficia al ecosistema y no tiene mucho costo. Víctor Marulanda, quien recientemente se graduó como doctor en Ingeniería en esta Institución, y Gustavo Bolaños, profesor del programa de Ingeniería Química de la Universidad del Valle, realizaron la investigación “Desarrollo de un proceso para tratamiento de bifemilos policlorados y piridina mediante oxidación en agua supercrítica”, financiada por la Universidad del Valle y Colciencias. Todos los equipos de prueba, incluidos los sistemas de seguridad, se diseñaron y construyeron en Colombia.
Un fluido supercrítico es un líquido sometido a condiciones de temperatura y presión, en las cuales las propiedades del vapor son iguales a las del líquido. Estos fluidos se usan para extraer productos naturales (aceites esenciales, antioxidantes y colorantes naturales), preparaciones de productos farmacéuticos y dosificación controlada de fármacos.
Los científicos desarrollaron una técnica en la que someten los aceites a un tratamiento con agua supercrítica, término que se usa para describir el líquido a temperaturas por encima de 374 °C y 218 atmósferas. En estas condiciones los aceites se disuelven completamente en agua la cual, al mismo tiempo, puede disolver grandes cantidades de oxígeno, de modo que el aceite sufre una incineración a relativa baja temperatura, por lo cual no forma furanos ni dioxinas.
El proceso es tan limpio y eficiente que los aceites contaminados se destruyen en un 99.999%. El efluente es un líquido acuoso transparente, no tóxico para el ser humano y se puede verter en el medio ambiente sin consecuencias contaminantes.
La prueba de ecotoxicidad del efluente se probó con la pulga de agua Daphnia pulex, un animal extremadamente sensible a la contaminación. La prueba consiste en cultivar 30 pulgas en un litro del fluido y otras 30 en agua no contaminada. Basta con que muera la mitad de las pulgas para determinar si un residuo es ecotóxico.
La planta de tratamiento de PCBs puede ser instalada en un furgón, que se puede mover por el país para evitar el traslado de los aceites. El proceso también se puede aplicar para tratar otros residuos líquidos peligrosos.
Esta alternativa cumple en los objetivos del Convenio de Estocolmo, firmados por Colombia en el 2001, en el que se compromete a promover mejores prácticas ambientales para reemplazar los contaminantes orgánicos persistentes, eliminar las existencias identificadas, y evitar el desarrollo y uso de nuevos compuestos de este tipo.
La Universidad del Valle obtuvo la patente colombiana sobre este proceso. Está en proceso de solicitar dos patentes más, una en Estados Unidos y otra en Brasil.