La mala calidad del aire causa más de 20.000 muertes prematuras al año en España
Uno de cada tres españoles respira aire que incumple los estándares legales vigentes en la legislación para los contaminantes atmosféricos más nocivos para la salud: las partículas en suspensión (PM10 y PM2.5), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2) y el ozono troposférico (O3).
Así lo pone de manifiesto el informe “La Calidad del Aire del Estado Español” 2013 elaborado por la organización Ecologistas en Acción con los datos facilitados por las administraciones autonómicas y locales a través de sus redes de medición.
Aunque, a excepción del ozono troposférico, la tendencia a la reducción en algunos contaminantes que comenzó a raíz de la crisis económica en 2008 se mantuvo el pasado año, el “problema persiste debido a la inactividad de la administración”, señala Francisco Segura, coordinador de Ecologistas.
Según un informe de la Dirección General de Medio Ambiente de la Unión Europea el asunto es “grave” ya que la mala calidad del aire causa más de 20.000 muertes prematuras al año en España, doce veces más que los accidentes de tráfico.
Y es que los contaminantes atmosféricos inciden en la aparición y agravamiento de enfermedades de tipo respiratorio, así como otras asociadas, como las vasculares, y los cánceres.
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), clasificó la contaminación atmosférica como cancerígeno de nivel 1 en 2013.
En esa línea, las cifras arrojadas por las estaciones de medición de todo el país muestran que el 35,6% de los españoles respiran aire que no cumple los límites legales obligatorios de la legislación europea y española.
Teniendo en cuenta las recomendaciones de la OMS, que son mucho más estrictas que la citada regulación, el 95,2% de la población española: 44,85 millones de personas aspiran aire con niveles de contaminación negativos para su salud.
Origen
El origen del mal estado del aire hay que buscarlo fundamentalmente en el tráfico rodado y en las calefacciones, en el caso de las grandes ciudades; y en las centrales térmicas y de ciclo combinado, refinerías e incineradoras en el resto.
El estudio de los ecologistas también destaca que la información ciudadana sobre este tema no es “ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema” y o bien no aparece en las páginas web de organismos estatales o regionales o bien aparece de una manera “ininteligible” para el público.
Y alerta de que la mayoría de las estaciones no evalúan las concentraciones de metales pesados o de hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), muy cancerígenos, a pesar de que en 2013 se detectaron “niveles preocupantes” en municipios como Plana de Vic (Barcelona).
Lo más “preocupante” de la situación es que “los planes de mejora de la calidad del aire para reducir esta contaminación, obligatorios según la legislación vigente, o no existen o no son más que documentos de buenas intenciones sin mecanismos eficaces ni financiación, como es el caso del Plan Aire del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente”, denuncia Segura.
Soluciones
Además de provocar muertes prematuras, la contaminación atmosférica daña la economía y el coste asociado a ella supone entre un 1,7 y un 4,7 del Producto Interior Bruto (PIB), mientras que los cambios en el modelo de producción y transporte para combatirla implicarían beneficios entre 1,4 y 4,5 veces superiores a los costes, según un informe del Observatorio de la Sostenibilidad.
Esos cambios pasarían por reducir el tráfico motorizado en las ciudades, disminuyendo la necesidad de movilidad con un urbanismo de proximidad y potenciando el transporte público, en especial el eléctrico, así como el uso de medios no motorizados como la bicicleta o el tránsito peatonal.
Ecologistas en Acción considera que hay que recuperar también los estímulos para la generación eléctrica renovable en sustitución de las contaminantes centrales termoeléctricas y la adopción de tecnologías industriales menos contaminantes.
“Hay que tomarse en serio el problema y seguir las recomendaciones de la OMS porque estamos hablando de perder miles de vidas al año“, concluye el coordinador de esta ONG.