Los nanoplásticos: la amenaza invisible que ya domina los océanos
Un reciente estudio sobre contaminación marina ha revelado que los nanoplásticos —partículas de plástico menores a 1 µm— están presentes en toda la columna de agua del Atlántico Norte, desde el giro subtropical hasta la plataforma europea. Los hallazgos sugieren que estas partículas podrían superar en masa a los macroplásticos y microplásticos previamente contabilizados, convirtiéndose en la fracción dominante de la contaminación plástica marina.
Las mediciones identificaron partículas de PET, PS y PVC en concentraciones que oscilan entre 1,5 y 32 mg/m³. Las mayores concentraciones se registraron en la capa superficial, especialmente cerca de las costas europeas, mientras que en aguas profundas, aunque más reducidas, los nanoplásticos persisten, principalmente como PET. Este fenómeno evidencia la dificultad de degradación y la amplia dispersión de los nanoplásticos, cuyo movimiento está gobernado por el choque con moléculas de agua y el movimiento browniano, y no por la flotabilidad.
El plástico presente en los océanos proviene de diversas fuentes: transporte fluvial, deposición costera, basura de barcos y deposición atmosférica. Su degradación se acelera por la radiación ultravioleta, la acción de las olas y la actividad microbiana, generando micro y nanoplásticos que representan un riesgo creciente para la vida marina, los ecosistemas costeros y la salud humana.
Los investigadores estiman que la masa total de nanoplásticos en la capa mixta del Atlántico Norte podría alcanzar hasta 27 millones de toneladas, comparable o incluso superior a las estimaciones previas de macro y microplásticos. Estos resultados destacan la urgencia de implementar políticas de reducción del uso de plástico, reforzar los sistemas de reciclaje y promover la conciencia ambiental, especialmente mediante campañas en redes sociales que visibilicen la problemática y fomenten hábitos sostenibles en la población.
El estudio subraya que la contaminación por nanoplásticos no es solo un problema local, sino global, y que abordar esta amenaza invisible requiere una acción coordinada entre gobiernos, científicos, industria y sociedad civil para proteger la salud de los océanos y garantizar la sostenibilidad de los ecosistemas marinos.






