Los recicladores en América Latina y el Caribe, una profesión sin reconocimiento
El reciclaje genera beneficios tanto ambientales como económicos, reducen la cantidad de residuos y permite a la industria reutilizar materiales. Hay dos modelos básicos de reciclaje: el formal y el informal. En aquellos lugares donde la disposición final de residuos está organizada y costeada, el reciclaje formal puede ser un medio para que los gobiernos municipales reduzcan costes a través de la desviación de materiales del flujo de residuos. En América Latina y el Caribe (ALC), la disposición técnica y ambientalmente adecuada es cara. El costo promedio de disponer adecuadamente una tonelada de residuos en un vertedero es de cerca de 16 euros. En este marco, el reciclaje puede ayudar a los gobiernos locales a reducir costos de transporte y prolongar la vida útil de sus rellenos.
El reciclaje informal, por su parte, es una actividad que tiene lugar en calles y vertederos de una multiplicidad de ciudades de todo tipo. Se trata de una actividad desarrollada por miles de personas que ganan su ingreso a través de la clasificación, acopio, transporte, limpieza y venta de materiales reciclables como el metal, papel, vidrio y textiles. Se calcula que en la región de ALC cuatro millones de personas viven de las actividades del reciclaje informales. Sobre un 70 por ciento de ellos realizan sus actividades en sitios de disposición final, un 15 por ciento en las calles, y el resto en las estaciones de transferencia o puntos de generación de residuos. En países como Brasil, los recicladores informales son responsables de hasta un 90 por ciento de los materiales que entran en la cadena de reciclaje formal. Estos materiales suelen venderse a pequeños, medianos y grandes compradores distribuidos en la cadena de valor industrial, quienes limpian, empaquetan y los venden a la industria.
Si bien la recolección y separación de materiales es un servicio valioso, los recicladores son concebidos frecuentemente como un problema y no como una solución, por varios motivos. Por un lado se piensa a los recicladores no les gusta su trabajo, una suposición falsa en base a encuestas realizadas en vertederos a cielo abierto que están a punto de ser cerrado que muestran que alrededor del 90 por ciento de los recicladores se identifica fuertemente con su trabajo y prefiere no reconvertirse a otras actividades. Para ellos, la recolección de residuos es una profesión, una forma de vida y una identidad.
También se piensa comúnmente que los recicladores son incapaces de organizarse. Otra falsa suposición ya que grupos informales se organizan en cooperativas y otros tipos de asociaciones, integrándose eventualmente en grandes redes locales, nacionales e incluso internacionales. En los últimos 20 años, la región de ALC ha visto el surgimiento de innumerables nuevas cooperativas y asociaciones nacionales de recicladores. Hoy en día, cerca de un 30 por ciento de los recicladores existentes en la región pertenece a una organización, encontrándose no menos de seis redes nacionales de reciclaje. La más grande, conocida e influyente es la del Movimiento Nacional do Catadores de Materiais Reclaveis (MNCMR) en Brasil, que representa a más de 500 cooperativas y cerca de 60.000 recicladores. La Red Latinoamericana de Recicladores, por otro lado, opera en catorce países y está relacionada, junto con muchas de sus organizaciones afiliadas, a la Alianza Global de Recicladores.
Además, en municipios de Brasil como Londrina, Diadema, Ourinho o Belo Horizonte, los catadores, como se conoce a los recolectores informales de residuos en Brasil, están plenamente integrados en el sistema formal de gestión de residuos sólidos, y son remunerados por el municipio como prestadores de servicios de recolección y otros.
Estos ejemplos muestran que un enfoque verdaderamente integral de gestión de residuos sólidos debe considerar la incorporación de los recicladores como potenciales proveedores de servicios. Brasil ha desarrollado una política nacional para la inclusión de catadores en programas municipales de separación en la fuente. Hasta la fecha, sin embargo, sólo el 10 por ciento de los municipios brasileños ha implementado este tipo de programas.
El año pasado, el Banco Interamericano de Desarrollo, junto con el Fondo Multilateral de Inversiones, la empresa Coca-Cola, y la Fundación AVINA, lanzaron la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo con el objetivo de promover una mayor inclusión de esta población en las políticas públicas y en la cadena de valor. La iniciativa es uno de los primeros pasos para poder incluir a estos profesionales en los sistemas de gestión de residuos sólidos.
Vía Blog del BID a través de Ecoticias
Foto de Alex. E. (cc)
Belo Horizonte, Brasil