Los retos pendientes de España en infraestructuras para gestión de residuos

La gestión de los residuos urbanos suele cubrirse con un halo de opacidad que genera desconfianza en el que recicla. Hay normativas que los regulan, pero es un ecosistema complejo. Hoy, que la economía debe tender a la circularidad, aparece una duda de si está obsoleta la infraestructura actual. Los datos de Eurostat sobre la media de residuos depositados en vertedero sin tratamiento (solo un 30% de los residuos se composta o recicla) no deja al país en buen lugar.
Orgánico, textil, envases de plástico y metal (que no plástico, en España éste no se recicla), cartón y papel, vidrio y residuos que se incineran. Todos ellos (hasta 22 millones de toneladas de residuos al año en los hogares, según los expertos ambientales) dibujan un panorama que exige una separación previa en las casas y un eficiente sistema de separado y reciclaje que salve la materia prima correspondiente en la mejor de las condiciones. Sin embargo, este esquema no es tan sencillo como su enunciado. Por poner solo un ejemplo y según recuerda Alberto Vizcaíno, consultor en sostenibilidad y gestión ambiental, "cualquier residuo más grande de un determinado diámetro queda descartado del proceso de recuperación".
Los expertos señalan que es urgente meter en la ecuación de la gestión de desperdicios el consumo responsable y al ecodiseño, dos conceptos sin los cuales casi nada de lo que se mejoren las infraestructuras puede resultar eficaz. "No se puede reciclar ni obtener una materia prima válida tratando un producto hecho mal, con materias primas sin calidad, mezcladas, obsoletas", expone Luis Seguí Pascual, director de Picvisa. Y al contrario, un producto ecodiseñado tiene muchas opciones para convertirse en materia prima de calidad, con valor propio alto "e incluso dar lugar a industrias auxiliares derivadas de este proceso", indica. Un buen ejemplo es la marca Ekomodo, en Guipúzkoa, filial de la empresa de reciclaje Eko-Rec, que con materiales recuperados confecciona complementos de oficina.
Benito Blanco, coordinador de estudios y proyectos del Laboratorio de Ideas sobre Residuos (LIR) y gerente de Proyectos de Residuos en Grupo Applus+. explica que las malas cifras de España responden a que los datos "no son rigurosos"; asimismo, Europa no armoniza conceptos y formas de cálculo. Recuerda, además que "hace más de 10 años, se proyectaban como necesarias un mínimo de 14 plantas de este tipo para hacerse cargo del 20% de la basura generada en la siguiente década".
Pero no es cierto que España esté a la cola de Europa; se mantiene en una posición bastante neutra en relación con el resto de países. Claro que no es Alemania, Dinamarca, Suecia o Bélgica, "que muestran indicadores más optimizados", cuenta Blanco, pero no suspende. Lo que sí hacen muchos de estos países es sacar partido al proceso, obteniendo calor y electricidad de ellos, otra fórmula sostenible. "El escenario comunitario es desigual, confrontando intereses energéticos con políticas ambientales y sociales, y donde también es crucial salir bien en la foto de las estadísticas, para lo que se demanda una armonización de criterios que ponga a todos en su sitio", detalla.
Tampoco España es uniforme; según explica este experto, "determinadas CC.AA. que abogan por introducir medidas disuasorias como los impuestos sobre el vertido o la incineración, al objeto de fomentar el reciclaje y el compostaje". Por tanto, explica, "no es que tengamos trenes con distintas velocidades, sino que nos encontramos con voluntades distintas para afrontar un problema común. Y lo deseable no es esto, sino que el ministerio pueda poner sobre la mesa las líneas de actuación a desarrollar por todos, que sin duda deberán estar plasmadas en la inminente nueva ley de residuos".
La digitalización, que bien conoce Picvisa, es uno de los caballos de batalla del momento actual. "Apenas hay plantas acomodadas a la industria 4.0", expone Seguí. "Esto permitiría tener más información para optimizar procesos e introducir la Inteligencia Artificial; la robótica nos permite hacer tareas que antes hacían a duras penas los humanos, y se podría automatizar. Pero esto requiere inversión y atrevimiento. Faltan socios que quieran invertir; esa es la parte más difícil". Vizcaíno, por su parte, sí considera que "se han hecho importantes avances en la instalación de tecnologías de separadores ópticos en las plantas de clasificación, lo que, con una carga de trabajo adecuada, permite mejorar las opciones de recuperación de distintos tipos de plástico".
Sin embargo, todos comparten la opinión de este experto que subraya que "el reto fundamental es ajustar la cantidad de basura que se procesa al día con la capacidad de estas tecnologías. Y para eso hace falta invertir en más y mejores plantas de clasificación de residuos domésticos". Indica Vizcaíno que "muchas de las plantas actuales están saturadas; no pueden hacer otra cosa que pasar la basura por su línea de proceso a una velocidad muy superior a la necesaria para una buena separación de los materiales a recuperar". De ahí que se exija una mayor cantidad de instalaciones, "con líneas secundarias que permitan reprocesar los rechazos; recuperar acero y aluminio, por ejemplo, que ahora muchas veces van al vertedero".