Mascarillas usadas: la nueva basura de campos, parques y playas
Nos protegen, pero agreden al planeta. Tan paradójico como real: 129.000 millones de mascarillas se podrían estar utilizando mensualmente desde que empezó la crisis sanitaria, según Environmental Science & Technology. Y el 75% llegará al mar y a vertederos, calcula la ONU. En España, “solo de las quirúrgicas se han adquirido 659 millones, unas 1.300 toneladas de materiales plásticos”, indican fuentes de Greenpeace, organización que propone primar las reutilizables frente a las desechables. Porque, ojo, desecho y deshecho no son lo mismo (no toda basura se deshace o descompone) y el aumento de la contaminación también puede depender de que pongamos esa letra de menos o de más.
Cualquier detalle importa en algo que es mucho más que un quebradero de cabeza y que, dada la necesidad profiláctica, obliga a hilar muy fino para buscar soluciones eficaces. La startup vasca Nantek (2019) ya da respuesta específica a esta emergencia. Hace un año ganaba el Premio Emprendedor XXI (CaixaBank) gracias a su tecnología que “reconvierte los residuos de plástico en combustibles sintéticos mediante un proceso termoquímico que, en unas tres horas, es capaz de transformar una tonelada de material que luego se destina a compañías como Repsol y Petronor”, explica Carlos Uraga, CEO de la iniciativa, en la que participa la consultora Orka.
El emprendedor reconoce “la casualidad de haber tenido todo a punto cuando llegó el virus y se generó este problema con un producto que es 100% polipropileno”. Ello tras dos años de investigación científica “para conseguir los reactivos y un artefacto capaz de fundir a casi 500 grados”. Ahora, su dificultad es conseguir mascarillas en la proporción deseada para tratar 500 toneladas al año. La recogida la realizan a través de ReciclaMascarilla.com.
Una propuesta excepcional aunque a la altura, dada la seriedad de los datos que aporta Oceansasian, cuyos investigadores calculan que los más de 1.500 millones de tapabocas que han llegado a nuestros océanos “son solo la punta del iceberg de los millones de toneladas métricas de plásticos que existen, y que tardarán unos 450 años en romperse y constituirse en microplásticos”.
Y como parece que su uso va para largo, “la mejor arma es la prevención”, algo que subrayan desde SEO/BirdLife y Ecoembes, que han visto cómo se abría otro frente con la llegada del Covid-19 en el trabajo que engloba su proyecto Libera, puesto en marcha hace cuatro años para frenar lo que denominan basuraleza. “Es necesario seguir sensibilizando sobre este tema y con más apoyo institucional. “Pequeños detalles que salvan vidas”, como cortar siempre las gomas antes de tirarlas, para evitar que los pájaros se enreden. Y, por supuesto, “a falta de puntos de recogida específicos, siempre al contenedor gris o de resto”.
[Esta noticia fue publicada originalmente en Cinco Días. Lee el original aquí]