Nueva planta de gestión de residuos: eficiencia y control de olores
Valladolid estrena uno de los centros de tratamiento de residuos "más modernos" tras una inversión de más de 43 millones de euros.
El alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, junto con el consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, inauguró este mediodía la reforma y ampliación del centro de tratamiento de residuos (CTR), un proyecto que se arrastraba del anterior mandato, como reconoció el alcalde, y que ahora culmina.
Carnero explicó que esta modernización propiciará un tratamiento "más efectivo" de la basura. Las nuevas instalaciones permiten que gran parte de los residuos salgan embalados hacia el vertedero, lo que "reduce los olores que antes llegaban a muchas zonas de la capital", detalló.
También explicó que antes los rechazos eran muy altos, superaban el 80 por ciento, algo que ahora se ha reducido a casi la mitad. El regidor presumió de que, gracias a la capacidad de reciclado, la planta "es cien por cien autónoma desde el punto de vista energético por el aprovechamiento de los residuos". En esta línea, el consejero destacó el compromiso de Carnero con la "excelencia medioambiental".
Inversión
Con una inversión total de 43 millones, el proyecto ha sido ejecutado bajo la concesión municipal de la UTE CTR Valladolid, integrada por FCC Medio Ambiente y Zarzuela S.A. Empresa Constructora, que también asume la explotación del servicio por un periodo de nueve años, ha detallado el regidor.
La inversión se ha complementado en unas instalaciones de tratamiento de biorresiduos financiadas a través de una subvención de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, procedente de fondos europeos PRTR, por un importe de 3.418.484 euros (IVA incluido), que junto a la aportación del Ayuntamiento de Valladolid por un importe de 1.232.331 euros (IVA incluido), ha supuesto que la inversión total de ambas administraciones por este concepto haya sido de 4.650.815 euros (IVA incluido).
Planta moderna
El diseño del CTR con la nueva ampliación combina criterios de eficiencia energética, seguridad operativa y maximización de la recuperación material, articulando un proceso continuo que transforma los residuos en recursos.
La planta se organiza en torno a un flujo lineal que comienza en la nave de recepción y descarga, donde los vehículos vierten los residuos en fosos cerrados con atmósfera controlada y sistemas de captación de aire que reducen las emisiones de olores y polvo. Desde allí, los materiales se trasladan a las líneas de pretratamiento, donde se realiza la apertura, clasificación y separación de las diferentes fracciones de manera automática.
El pretratamiento cuenta con equipos de última generación: separadores ópticos, sistemas de triaje automatizado y separadores magnéticos y de corrientes de Foucault para la recuperación de metales. Dos líneas paralelas para residuos mezclados (RSU) y envases ligeros (EELL), junto a una tercera específica para la fracción orgánica (FORS), explica el Consistorio.
La fracción orgánica se somete a procesos biológicos controlados en dos etapas, una de biometanización en via seca, que permite el aprovechamiento energético del biogás generado; y el compostaje en túneles cerrados con control de temperatura, humedad y oxigenación.
Esta combinación asegura una estabilización higiénica del material y una reducción significativa de su biodegradabilidad, minimizando las emisiones de gases de efecto invernadero.
El material estabilizado pasa a las líneas de afino, donde se recuperan vidrio, metales y fracciones valorizables antes de su salida a compost o rechazo. Estas líneas incorporan sistemas de control granulométrico y cribado dinámico que mejoran la calidad del compost final. La planta de tratamiento de lixiviados, completamente renovada, combina procesos físico-quimicos y biolódicos con ultrafitración v ósmosis inversa, asegurando el cumplimiento de los parámetros más exigentes de vertido y optimizando el consumo energético.
Todo el conjunto está gestionado mediante un sistema digital de trazabilidad que permite seguir cada flujo de residuo desde su entrada hasta la expedición del material valorizado. Este control integral garantiza la transparencia, facilita la auditoría y eleva los estándares de calidad y fiabilidad de la operación. El rediseño de las naves, la incorporación de pasillos técnicos y la mejora del acceso a equipos permiten reducir los tiempos de mantenimiento y aumentar la seguridad de los operarios, añade el Ayuntamiento.
Por último, y sobre la opción de que Palencia envíe residuos a este centro, Carnero ha señalado que se está estudiando esta petición, para detallar que, a día de hoy, el centro atiende a la provincia y a la ciudad.
[Este contenido procede de El Día de Valladolid Lee el original aquí]






