Nueva planta piloto del CSIC transforma residuos agroalimentarios en materiales industriales de alto valor
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) inauguró en Móstoles (Madrid) una planta piloto del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica (ICP-CSIC) destinada a convertir biomasa y residuos agroalimentarios en productos de alto valor para distintos sectores industriales. La instalación, con una superficie de 110 m² y ubicada en las instalaciones de la empresa Edibon International, S.A., tiene capacidad para tratar hasta dos toneladas de residuos al año, validando a escala piloto un proceso desarrollado por el ICP-CSIC.
El proyecto busca valorización de residuos agroindustriales, transformando subproductos en celulosa de alta pureza, lignina y furfural, con aplicaciones en múltiples sectores:
- Celulosa: utilizada en la industria papelera, textil y en la producción de azúcares y biocombustibles.
- Lignina: aplicable en resinas, materiales aislantes y como alternativa al grafito en baterías.
- Furfural: compuesto químico empleado como disolvente y como materia prima en la fabricación de plásticos y resinas.
El proceso innovador desarrollado por el CSIC utiliza gamma-valerolactona (GVL), un disolvente considerado verde que facilita las reacciones químicas y puede recuperarse casi por completo para su reutilización, reduciendo así el impacto ambiental y mejorando la viabilidad técnica y económica del sistema.
La producción anual estimada de la planta piloto se sitúa entre 500 y 1.000 kg de celulosa, 200 y 500 kg de lignina y 100 y 300 kg de furfural. Según el investigador principal, David Martín Alonso, esta tecnología representa una alternativa sostenible y escalable para la valorización de residuos agroindustriales, contribuyendo a la economía circular.
La iniciativa se enmarca dentro del proyecto Biorrefina, financiado con fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y forma parte de la Plataforma Temática Interdisciplinar Trabsener del CSIC, orientada a impulsar la transición hacia una economía circular y de bajo impacto ambiental.
Conclusión: La puesta en marcha de esta planta piloto demuestra cómo la aplicación de tecnologías químicas sostenibles puede convertir residuos agroalimentarios en materias primas de alto valor, reduciendo el desperdicio y fomentando la circularidad industrial en España.
[Este contenido procede de DIARIO SIGLO XXI Lee el original aquí]






