Nuevas evidencias del IIASA indican limitaciones en la capacidad de almacenamiento de carbono
Los hallazgos revelan que sólo una fracción de las formaciones geológicas del mundo pueden retener de forma segura y práctica el dióxido de carbono (CO₂), lo que desafía las suposiciones sostenidas durante mucho tiempo de que la capacidad de almacenamiento geológico es prácticamente ilimitada.
En lugar de ofrecer una solución milagrosa a la crisis climática, el estudio concluye que el almacenamiento de carbono es un recurso global escaso y finito, que solo podría revertir el calentamiento global en hasta 0,7 °C, mucho menos que las proyecciones de la industria de 5 a 6 °C.
Una verificación de la realidad sobre el almacenamiento subterráneo
Durante años, el almacenamiento de carbono se ha defendido como un arma crucial en la lucha contra el cambio climático.
Al capturar las emisiones de CO₂ de fábricas, centrales eléctricas o directamente del aire y encerrarlas en las profundidades del subsuelo, el proceso prometía ganar más tiempo para que la humanidad descarbonizara la economía global.
Pero la investigación dirigida por el IIASA revela que la capacidad realista para un almacenamiento seguro es de alrededor de 1,460 billones de toneladas de CO₂, casi diez veces menor que las estimaciones ampliamente citadas por la industria de más de 14 billones de toneladas.
Esta discrepancia surge de la forma en que se ha calculado el potencial de almacenamiento en el pasado. Estudios previos asumieron que casi todas las formaciones rocosas sedimentarias podrían aprovecharse, pasando por alto importantes riesgos ambientales y de seguridad.
La nueva investigación excluyó cuidadosamente las áreas propensas a terremotos, con riesgo de contaminar las aguas subterráneas, demasiado superficiales o demasiado profundas para un almacenamiento confiable, o ubicadas en ecosistemas sensibles y regiones densamente pobladas.
¿Por qué el potencial de almacenamiento de carbono se reduce tan drásticamente?
El equipo comenzó mapeando las cuencas sedimentarias: capas de roca subterránea que se han acumulado durante millones de años y sirven como principales candidatos para almacenamiento.
Luego evaluaron cada formación frente a varios factores de riesgo, entre ellos:
- Posible fuga de CO₂ a la atmósfera.
- Riesgos sísmicos provocados por inyección subterránea.
- Amenazas a las reservas de aguas subterráneas.
- Cercanía a comunidades y áreas protegidas.
- Viabilidad técnica y financiera, incluyendo profundidad y ubicación en el océano.
Tras aplicar estos filtros de seguridad, el teórico fondo global de almacenamiento se contrajo drásticamente. Lo que antes parecía una solución casi infinita se reveló como un recurso muy limitado que debe gestionarse con cuidado.
Potencia de refrigeración limitada: solo 0,7 °C
Los investigadores evaluaron luego cuánto calentamiento global se podría revertir si cada sitio de almacenamiento seguro se utilizara exclusivamente para la eliminación de carbono, sin producir más emisiones.
La respuesta: apenas 0,7 °C de enfriamiento, muy lejos de las amplias reducciones que alguna vez prometieron los defensores del almacenamiento de carbono.
En cambio, los modelos centrados en la ingeniería que ignoran los riesgos han sugerido reducciones de entre 5 °C y 6 °C. Los nuevos resultados ponen de relieve la marcada brecha entre lo técnicamente concebible y lo que es realmente seguro, sostenible y justo para las generaciones futuras.
El estudio también advierte que eliminar el CO₂ no deshace el cambio climático en una simple imagen especular de cómo lo causan las emisiones.
Incluso si las temperaturas globales disminuyen, los sistemas de la Tierra podrían no volver a su estado anterior, lo que dejaría a los ecosistemas y a las sociedades enfrentados a cambios irreversibles.
Ganadores y perdedores geográficos
El panorama global del almacenamiento de carbono es desigual. Los países con grandes industrias de combustibles fósiles, como Estados Unidos, Rusia, China, Brasil y Australia, poseen el mayor potencial, a menudo gracias a minas en desuso y extensas cuencas subterráneas.
En cambio, regiones como India, Noruega, Canadá y gran parte de la Unión Europea pierden cantidades significativas de almacenamiento potencial una vez que se tienen en cuenta los riesgos de seguridad.
Sin embargo, países como Arabia Saudita, Kazajstán y la República Democrática del Congo obtienen puntuaciones relativamente altas en cuanto a sitios de almacenamiento seguros y de bajo riesgo.
En general, alrededor del 70% del potencial de almacenamiento seguro del mundo se encuentra en tierra, y el 30% restante en alta mar, donde los costos y los riesgos son generalmente mayores.
¿Quién puede almacenar carbono?
Más allá de los límites técnicos, el estudio destaca dilemas éticos y políticos. Los países con mayor responsabilidad histórica en emisiones suelen tener también el mayor potencial de almacenamiento.
Esto plantea difíciles cuestiones de justicia: ¿deberían priorizar el almacenamiento de su propia contaminación actual o preservar la capacidad de eliminación global de CO₂ que beneficie a todas las naciones?
Los autores argumentan que el almacenamiento de carbono debe considerarse un recurso intergeneracional. Las decisiones que se tomen hoy determinarán no solo qué naciones e industrias podrán utilizarlo, sino también qué opciones les quedan a las generaciones futuras.
Implicaciones para la política climática global
Los resultados llegan en un momento crucial para la planificación climática internacional.
Algunos escenarios utilizados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para orientar las políticas agotarían el límite de almacenamiento seguro recientemente calculado antes de 2100, y la mayoría de los escenarios lo superarían para 2200.
Esto significa que los responsables políticos no pueden permitirse considerar el almacenamiento de carbono como un pozo sin fondo para las emisiones. En cambio, debe tratarse como un recurso finito y valioso, que debería reservarse para los sectores más difíciles de reducir y para la eliminación de carbono a largo plazo, en lugar de para compensar el uso continuo de combustibles fósiles.
Uso estratégico, no pase libre
La conclusión principal del estudio es clara: el almacenamiento de carbono no puede servir como una vía de escape ilimitada de la crisis climática.
Si se utiliza sin cuidado para prolongar la dependencia de los combustibles fósiles, la capacidad de almacenamiento podría desperdiciarse en un siglo, dejando a las generaciones futuras sin red de seguridad.
Si se utiliza con prudencia, se combina con recortes rápidos de emisiones y se reserva para sectores sin alternativas viables, aún podría desempeñar un papel fundamental en la estabilización del clima.
El estudio insta a los países a delinear planes claros, transparentes y justos sobre cómo pretenden utilizar la capacidad de almacenamiento dentro de sus estrategias climáticas, garantizando que se gestione de manera responsable y equitativa a través de las fronteras y a lo largo de las generaciones.
Un recurso escaso que exige una gestión cuidadosa
El mensaje del equipo dirigido por el IIASA es inequívoco: el almacenamiento de carbono es esencial, pero no es infinito.
Como cualquier recurso natural escaso, requiere una gestión cuidadosa, cooperación internacional y una visión a largo plazo que equilibre la seguridad, la justicia y la sostenibilidad.
Dado que el mundo se encamina a un calentamiento de hasta 3 °C este siglo, depender exclusivamente del almacenamiento de carbono ni siquiera haría que las temperaturas regresaran al umbral crítico de 2 °C establecido en el Acuerdo de París .
El único camino a seguir, subraya el estudio, es tratar el almacenamiento como una herramienta complementaria, que apoye, y no sustituya, reducciones profundas e inmediatas de las emisiones.
[Este contenido procede de Innovation News Network Lee el original aquí]






