Perspectivas en torno al SDDR y al reverse vending
El debate sobre el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno de envases lleva años abierto en un equilibrio entre los defensores y los detractores que ni pactado tendría tanta igualdad.
Con las nuevas iniciativas institucionales que están sobre la mesa en regiones como las Islas Baleares o la Comunidad Valenciana, el tema cobra un nuevo interés a nivel global, pero también lo hace a nivel particular en un negocio como el vending, donde hay empresas del sector directamente implicadas y donde también encontramos nuevos modelos de negocio que buscan hacerse un hueco ante la atenta mirada del profesional que no termina de saber si tiene recorrido o no.
En nuestro país funciona un Sistema Integrado de Gestión de Residuos que por medio de organizaciones sin ánimo de lucro, integradas por las propias empresas que manejan el sector que genera los residuos y que debe hacerse cargo de ellos, se responsabiliza de la recogida, transporte, almacenamiento y el reciclado de los mismos.
Ecoembes, Ecolec, Ecovidrio, Sigaus, Ecopilas, Ambilamp, Sigre, etc., son colectivos que ejercen esta labor cuyo principal objetivo es impedir que los residuos que pueden ser aprovechados acaben en el vertedero o lo que es peor, en las calles, los mares, los ríos, las playas…
La falta de conciencia entre la población, la escasa responsabilidad personal que se tiene de manera colectiva e individual y el aumento constante en la generación de residuos generan problemas ambientales que están llegando al colapso en algunos casos.
La mejor manera de luchar contra esta situación es generar menos residuos, reducir la huella ecológica a nivel personal, pero también en el ámbito industrial. Este debe ser el primer objetivo, el segundo, gestionar de la mejor manera posible el residuo que se produce.
No solo hay una manera de hacerlo bien, ni la que escoge cada país es la mejor o la peor. Todos los sistemas pueden ser eficaces si se ejecutan bien, si hay confianza y transparencia, incluso todos pueden ser complementarios y no por ello más costoso, aunque así se esgrima desde diferentes frentes para atacar al contrario defendiendo la economía de la “eliminación de duplicidades”.
Por tanto, el debate no debería ceñirse a SIG frente a SDDR, sino a cómo eliminamos el 100% de los residuos (y en este caso vamos a ceñirnos a los envases ya que es el segmento que más afecta al sector del vending, aunque ya hay iniciativas para la recogida de pilar, luminarias e incluso residuos electrónicos).
Que sean las empresas las que declaran cuántos envases ponen en el mercado, que paguen por ello y que luego se responsabilicen de recuperar lo máximo posible, algo que resume en parte lo que supone un SIG, no es suficiente. Los propios datos de Ecoembes, la que se ha mostrado más beligerante con el sistema SDDR, corroboran que no se llega a los objetivos que deben ser como la Biblia del reciclaje. Representan 12.100 empresas y gestionan 560.000 contenedores amarillos y azules, sin embargo, como gran proyecto se marcan la recuperación del 80% de los envases domésticos para 2020.
En su propia memoria de actividades del año 2015, la organización afirma haber logrado reciclar el 74,8% de los residuos de envases que gestiona. Nada informa sobre los que se quedan fuera de la cadena y que también son responsabilidad de las empresas integradas.
Se puede ser más ambicioso y también más efectivo y en esto se basan los defensores de los SDDR. Como complemento o sustitutivo, mediante un sistema que incluya más obligación por parte de los comercios, las empresas y el consumidor, y también más concienciación, persiguen porcentajes más ambiciosos y ponen como ejemplo Alemania, el país que recicla el 98% de sus envases, según sus propios datos todo hay que decirlo.
Para nada hay que desmerecer la labor que se realizan desde los Puntos Verdes. Sin ellos, las circunstancias serían mucho peores, pero hay que hacer algo más y esta es la posibilidad que algunas administraciones, empresas y personas ven en métodos complementarios.
OPORTUNIDAD DE NEGOCIO PARA EL VENDING
Para el vending se reactiva un modelo de negocio que no solo tiene a un gran protagonista como Tomra. Hay más fabricantes, también más baratos y, sobre todo, nuevas iniciativas con las que se genera negocio, pero lo más importante, se consiguen recuperar más envases.
Lo admitía Joachim Quoden, director de Expra, y experto en el tema en una entrevista reciente al diario El Mundo: “La ventaja clara está en que con el doble modelo se recogen más botellas y envases, eso no tiene discusión”. El problema llega por el coste que genera la adquisición de estas máquinas o el esfuerzo que tienen que hacer los pequeños y medianos comercios para implantarlas o, en caso de no poder adquirirlas, encargarse de gestionar todo el proceso de recogida, almacenamiento y transporte.
Sí, la implantación de un SDDR supone costes extras y esfuerzos, pero si no se afrontan más caro nos salen los mares contaminados, las calles llenas de papeles y latas o los campos llenos de restos de vidrió y plástico que tarda en descomponerse cientos de años.
Aunque Tomra como fabricante monopoliza gran parte del mercado y sus máquinas son caras, dirigiéndose sobre todo a grandes espacios comerciales, hay muchas más alternativas. La primera patente de una reverse vending se sitúa en la década de 1920 por lo que este tipo de máquinas están tecnológicamente aceptadas y existen muchos fabricantes en el mercado.
Todas funcionan de la misma manera: el usuario introduce sus envases, la máquina los procesa y cuando se termina de introducir los envases entonces el usuario presiona un botón y se imprime un ticket con los envases introducidos.
En el caso de los comercios que no tienen máquinas, ese dinero que previamente ha sido depositado como fianza por el comprador, añadido al precio del producto o no (aquí sí que hay debate para rato), se devuelve de manera directa, en el caso de las máquinas, por ejemplo, se imprime un ticket que luego se convierte en un descuento.
Las capacidades de las máquinas son muy diversas en cantidad y en tipo de envase que es capaz de recoger, ya que en su mayoría están especializadas, algo que sus detractores también utilizan en su contra ya que dependen de otros sistemas para la recogida de materiales como el cartón o las bandejas de poliestireno, por nombrar dos ejemplos.
Para una empresa además, tiene ciertos beneficios operativos al suponer ahorros en el propio tratamiento de estos residuos, más limpieza y más orden a la hora de tratarlos, además de quitar la responsabilidad a la persona de la empresa que deba gestionarlos.
Buscar patrocinadores o socios forma parte de este modelo de negocio que permite la creación de plataformas de apoyo y que se basa en la promoción entre los propios usuarios.
Es un negocio escalable, cuyos beneficios varían en función de las necesidades y también de las imposiciones, ya que en la actualidad no es raro encontrarse estos sistemas como exigencia para los servicios vending que se prestan por ejemplo en la empresa pública.
También contribuye a mantener una relación directa con el cliente, ya que se crea un contacto continuado en el tiempo y de beneficio mutuo.