Por qué la sostenibilidad solo tiene sentido como proyecto de futuro
En nuestra actual sociedad existe cierta tendencia a pronosticar el fin de lo que está teniendo un éxito abrumador en cada momento. Parece como si de algún modo estuviéramos tan acostumbrados a que todo sea efímero, a cansarnos pronto de las cosas, que hasta disfrutamos poniéndole fecha de caducidad. Durante los últimos años, la sostenibilidad ha disfrutado de una visibilidad y de unas declaraciones de compromisos sin precedentes por parte de todos los actores. En concreto, según el informe Agenda 2030 en los medios de comunicación, entre 2019 y 2020 se registraron 11.800 noticias sobre esta materia. Nunca antes aspectos de esta índole habían copado tanto espacio mediático. Y esto se deriva, entre otros motivos, del interés que están mostrando tanto las administraciones públicas e instituciones como las empresas. De hecho, según una consulta que realizamos a 1.900 empresas españolas, más de un 85% afirma estar trabajando en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Sin embargo, sigue existiendo cierto escepticismo ante estas cifras, y a menudo emerge la misma pregunta sobre si la sostenibilidad es una moda o si se convertirá en un concepto demasiado manido en el que se perderá interés tarde o temprano. Se puede afirmar rotundamente que la sostenibilidad no es un capricho pasajero, sino la única apuesta de futuro posible, y durante 2021 hemos asistido a varios hitos que lo demuestran.
Entre otros podríamos destacar la presentación de una Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030 o la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética, la primera en la historia de nuestro país. Sin olvidarnos, por supuesto, de la articulación de los fondos Next Generation de la Unión Europea (cifrados en 750.000 millones de euros) a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del gobierno de España. Un plan nacional que tiene como objetivo, no sólo ser una vía de escape a la crisis económica provocada por la covid-19, sino también sentar las bases para la construcción de un país más sostenible, respetuoso tanto con las personas como con el planeta. Para ello, se estructura en torno a cuatro ejes: transición ecológica, transformación digital, igualdad de género y cohesión social y territorial. Todos ellos, claro, alineados con la Agenda 2030, la cual recoge cada uno de los distintos ODS.
Asimismo, en 2021 se ha celebrado el 10º aniversario del marco de referencia en gestión empresarial de los derechos humanos: los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos. 10 años en los que se han logrado grandes avances, especialmente en el plano de la debida diligencia, y que coinciden con el anuncio de una medida que impulsará este aspecto a nivel nacional: una Ley de protección de los derechos humanos, de la sostenibilidad y de la diligencia debida en las actividades empresariales transnacionales, que verá previsiblemente la luz antes del fin de la legislatura. Pero estos principios cuentan también con una hoja de ruta para la próxima década con la que lograr resultados tangibles para las personas y comunidades, contribuyendo así a una globalización socialmente sostenible.
En definitiva, una avalancha normativa y estratégica a favor de un futuro sostenible que se produce tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, especialmente a nivel comunitario, donde la Unión Europea ha puesto en marcha una serie de medidas para posicionarse como una región líder en sostenibilidad, como ocurre con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática (es decir, emitir una cantidad de gases que puedan ser absorbidos por los sumideros naturales del planeta, como los bosques) en el año 2050.
Si le tuviéramos que poner alguna etiqueta a este primer año de reconstrucción económica, esta sería la de «sostenible». Y no sería una etiqueta de pegar y quitar: se trataría de un grabado en piedra; en concreto, en los cimientos de un nuevo mundo que tendremos que construir juntos a partir de unos valores de igualdad, justicia, resiliencia y cuidado del planeta. Por mucho que queramos buscarle una fecha de obsolescencia, la sostenibilidad no es una moda, sino un proyecto de futuro.
[Este contenido procede de Ethic. Lee el original aquí]