Reciclaje solidario de tapones de plástico
Las campañas de reciclaje solidario de tapones son una pequeña acción que puede hacer más de lo que parece por otras personas y el medio ambiente.
El reciclaje solidario de tapones de plástico suele impulsarse por familias con hijos, cuyas enfermedades raras o discapacidades requieren de un costoso tratamiento o inversión que no está a su alcance. Las empresas de reciclaje pagan entre 200 y 300 euros por tonelada de tapones entregada.
En otros casos, se promueve desde una misma ONG, como la asociación vitoriana Aitzina, para ayudar a enfermos de ataxia; la Asociación de Ocio para Discapacitados Intelectuales (AODI) de Alicante para mantener sus actividades; la Fundación Música Creativa para seguir con su taller musical de niños en riesgo de exclusión social; o la protectora Defensa Animal Palentina para sacar adelante a sus animales acogidos.
La conciencia solidaria y ambiental de los ciudadanos siempre responde, y el boca a boca, las redes sociales o los medios de comunicación contribuyen a su difusión, aunque a veces no es suficiente. Una de las cuestiones más difíciles es la ubicación de los puntos de recogida y el transporte hasta la empresa recicladora. Algunas instituciones, como el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, empresas, como Seur, o universidades, como la Universidad Autónoma de Madrid, han ayudado a estas iniciativas.
Las campañas suelen organizarse con puntos de recogida en lugares visibles. Cualquiera en su trabajo puede ubicar una caja o un recipiente con la información concreta.
Los tapones válidos son de polietileno o polipropileno, que llevan el símbolo de reciclaje 2 o 5. Si no llevan dichos símbolos, es mejor no depositarlos porque es probable que no sean reciclables. Si al apretar se rompen en trocitos, o son de un plástico muy blando y fino, tampoco sirven, al igual que los corchos sintéticos, que son de otro material.
Los tapones, una vez tratados por dichos gestores, sirven para que otras empresas recicladoras fabriquen granza, una materia prima para elaborar nuevos productos, como cajas, revestimientos o aislantes. El reciclaje cumple así su función ecológica de ahorrar materiales y energía, reducir las emisiones contaminantes y de dióxido de carbono (CO2) o la acumulación de residuos en vertederos. Los tapones son un buen elemento para reciclar, ya que su plástico tiene la suficiente calidad para reutilizarse, son más sencillos de transportar que otros residuos, y es normal que vengan más limpios y ya clasificados, de manera que los costes de su tratamiento se reducen.