Residuos plásticos: legado tóxico y archivo del presente
Imagine una playa remota de las Galápagos, donde las iguanas pisotean entre redes de pesca, chanclas, gorras de béisbol y botellas de plástico. Atascado en la arena está el paquete vacío de comida que solo se vende en Ecuador, el continente más cercano, a cientos de kilómetros de distancia. Para la mayoría de la gente, estas cosas son basura. Pero para los arqueólogos, también son artefactos: rastros de cómo vivía la gente en lo que algunos llaman la era del plástico.
El uso de una lente arqueológica nos permite cuestionar lo que creemos saber sobre el mundo contemporáneo y ver el plástico no sólo como contaminación sino como evidencia del impacto que las personas están teniendo en el planeta.
La arqueología es el estudio de las personas y su comportamiento, representado por lo que dejan tras de sí. Las herramientas de piedra y los fragmentos de cerámica, por ejemplo, revelan cómo vivían y trabajaban las personas en el pasado.
Pero el pasado siempre se acumula. La gente sigue dejando rastros, como lo ha hecho durante milenios: los objetos se tiran, se pierden y se descartan. El registro arqueológico nunca deja de formarse.
Desde que los plásticos de un solo uso se generalizaron a principios de la década de 1950, han ocupado una parte cada vez más importante del registro arqueológico. Por ello, los arqueólogos denominan al período transcurrido desde entonces hasta la actualidad la edad del plástico , de forma similar a como las edades del bronce y del hierro se definen por sus metales distintivos.
Pero a diferencia del bronce o el hierro, estos materiales dejan un legado tóxico. Los microplásticos y nanoplásticos se encuentran en órganos y sangre humanos, y están presentes en todo el medio ambiente: incluso en lugares como la Antártida o en cimas remotas de montañas a las que han sido transportados por el aire. Los microplásticos también existen en depósitos arqueológicos enterrados a gran profundidad . Se encuentran bolsas de plástico en las profundidades del océano. Y dado que los plásticos también pueden alterar los ciclos del carbono en el océano , incluso están acelerando el cambio climático.
Un registro arqueológico
En nuestro reciente estudio , en colaboración con la Universidad Flinders de Australia, utilizamos la teoría arqueológica para investigar cómo la era del plástico está dejando su huella y cómo comprenderla mejor. Analizamos los diversos lugares donde se acumula dicha huella, desde vertederos urbanos hasta granjas o costas remotas, desde cuerpos humanos hasta el espacio. Y examinamos cómo las acciones cotidianas de las personas —usar, perder y desechar objetos— influyen en la percepción que los arqueólogos tienen del presente.
Nuestro argumento principal es simple: para combatir la contaminación plástica, debemos comprender cómo y por qué se genera. Y la arqueología puede ayudarnos a lograrlo.
Nos basamos en el trabajo de antropólogos como Michael Schiffer en la década de 1970, quienes utilizaron la arqueología para examinar el comportamiento humano y las huellas arqueológicas que este crea. Utilizamos este influyente trabajo para describir cómo los objetos pasan de un contexto sistémico —donde forman parte de la vida cotidiana— al contexto arqueológico una vez que se pierden o se desechan (momento en el que se convierten en artefactos para los arqueólogos).
Por lo tanto, se está formando un registro arqueológico en tiempo real. Quizás el envoltorio de tu última comida forme parte de él. El dispositivo en el que lees esto sin duda lo hará.
Pero la relación entre los artefactos y el comportamiento humano no es tan sencilla como parece. Los artefactos no necesariamente permanecen donde caen, sino que pueden ser desplazados por la naturaleza o por las personas. Las corrientes oceánicas, por ejemplo, transportan residuos plásticos por todo el mundo a lugares como la Gran Isla de Basura del Pacífico , mientras que acciones humanas como la recolección de residuos desplazan deliberadamente los plásticos de un lugar a otro. Comprender estos procesos es crucial para interpretar los vestigios arqueológicos.
En colaboración con otros científicos del Galapagos Conservation Trust, utilizamos este enfoque arqueológico para investigar los residuos plásticos en las Galápagos, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Queríamos comprender mejor el origen de los residuos y cómo reducir su impacto. Al tratar los plásticos como artefactos y rastrear los procesos a los que se vieron sometidos, fue posible desentrañar las múltiples fuerzas que contribuyeron a la creciente sensación de contaminación en un paisaje tan frágil e importante.
Futuros malvados
Nuestra investigación también plantea interrogantes sobre el futuro. Los arqueólogos ya estudian los plásticos, pero ¿cómo los verán dentro de cientos o miles de años? Mirando hacia el futuro lejano, ¿documentarán esos fragmentos de plástico un avance tecnológico o una situación descontrolada?
La contaminación por plásticos es lo que los investigadores llaman un problema complejo, interconectado y difícil de solucionar. Resolver estos problemas requiere enfoques creativos e interdisciplinarios. Analizar los plásticos desde una perspectiva arqueológica ofrece precisamente eso: una nueva forma de comprender cómo nuestras acciones cotidianas producen este legado tóxico, a la vez que proporciona evidencia de nuestra presencia en la Tierra.
[Este contenido procede de The Conversation Lee el original aquí]






