Una estrategia propuesta por el gobierno sueco propone constituir una fuente de energía aprovechando la basura doméstica y los residuos alimentarios de los restaurantes. Este planteamiento se basa en la explotación de los desechos como materia prima para duplicar la producción de biogás del país mediante la digestión anaeróbica de residuos alimentarios. Además, podría reducir la emisión de metano proveniente de los vertederos, uno de los gases asociado al calentamiento global.

Esta proposición está motivada por el intento del gobierno de reducir la dependencia de los combustibles fósiles y de aumentar la competitividad industrial mediante un uso más eficiente de los recursos. La producción de electricidad y la calefacción son los dos usos del biogás con mayor potencial, aunque también se postula como una valiosa alternativa a la gasolina y al gasóleo en algunas aplicaciones de transporte local. En este último supuesto, existe el handicap de crear una red de distribución muy costosa capaz de manipular grandes volúmenes de gas.

De todos modos, el biogás compite en igualdad de condiciones con otras fuentes de energía de origen vegetal. No se proponen incentivos económicos específicos, aparte de los ya existentes para la producción de abonos. Además, ya existe un sistema impositivo general para promover todo tipo de biomasa.