Transición verde europea bajo presión por políticas de desregulación
Tras la retórica de la "simplificación" para la "competitividad" se esconde una agenda desreguladora: una oleada de paquetes ómnibus para reducir las normas para ciertas empresas, anunciados como un ahorro de 8 000 millones de euros. Sin embargo, el propio análisis de la Comisión muestra que la falta de aplicación de la legislación medioambiental vigente de la UE ya cuesta 180 000 millones de euros al año.
Este impulso desregulatorio no presenta evidencia de beneficios para la sociedad ni la economía, y contradice directamente la reciente opinión de la Corte Internacional de Justicia, que afirma que las obligaciones climáticas no son aspiracionales, sino vinculantes, sustanciales y exigibles. Los Estados tienen el deber de prevenir el daño ambiental, cooperar internacionalmente y defender los derechos fundamentales a medida que aumentan los riesgos climáticos.
Reconocemos las señales positivas en materia de justicia social, la Ley de Economía Circular, la vivienda asequible, el fortalecimiento de las redes eléctricas, la lucha contra la desinformación y las garantías democráticas. Sin embargo, estos pasos se ven eclipsados por una agenda desreguladora que atenta contra la esencia del Pacto Verde, agravada por la falta de financiación específica para la acción ambiental en el MFP propuesto.
“El discurso de hoy no fue un Estado de la Unión, fue un estado de delirio sobre la triple crisis climática, de la naturaleza y de la contaminación, y las soluciones necesarias”, dijo Patrick ten Brink, Secretario General de la Oficina Europea de Medio Ambiente.
La presidenta von der Leyen invocó el poder del Pacto Verde Europeo, pero antepuso las aspiraciones corporativas a las de las personas y el planeta. Habló de salvar la UE, pero hasta ahora, 2025 se ha centrado en desmantelar el acervo ambiental que hace a Europa fuerte y resiliente. El verdadero coste de la inacción, tanto humano como económico, supera con creces los supuestos ahorros que hoy se anuncian y, en última instancia, socavará la competitividad y la estabilidad de Europa. Creer que podemos salir de las crisis climática, de contaminación y de la naturaleza mediante la desregulación es una ilusión peligrosa que amenaza la seguridad de Europa y erosiona la confianza en la Unión.
Al desmantelar las normas comunes de la UE en nombre de la competitividad, la Comisión corre el riesgo de alimentar la polarización, desencadenar una carrera hacia el abismo con China y Estados Unidos y socavar los cimientos mismos del proyecto europeo.
[Este contenido procede de Recycling Magazine Lee el original aquí]






