Un centenar de expertos se reúnen en el Bierzo para hablar de la reforestación de escombreras
A lo largo de la presente semana, casi 100 expertos españoles se reúnen para compartir sus experiencias en la restauración ecológica de estas zonas en el marco de las I Jornadas científico-técnicas organizadas por Ciuden. Entre otras ponencias presentadas está elaborada por Geofísica Consultores. Esta compañía trabaja conjuntamente con Ciuden desde hace cuatro años en la estimación del espesor de las escombreras de El Bierzo.
Tal y como explica uno de sus técnicos, Senén Sandoval, el trabajo de Geofísica Consultores se centra “en evaluar el espesor y cuantificar el volumen de vertido que había en las escombreras de Tremor de Arriba y Arlanzón, parámetros que permiten determinar qué especies son las más apropiadas en la reforestación”. En relación a ello, recuerda que cada especie está habitada a un tipo de sustrato por lo que se deben conocer estos parámetros antes de realizar la restauración.
“Una vez que realizamos las medidas y generamos modelos sobre el espesor de las escombreras, Ciuden y Ciemat los utilizaron para diseñar qué especies se iban a implementar en estas zonas”. Actualmente ambas ecombreras tienen un buen aspecto, lo que denota el acierto con las especies seleccionadas.
Concretamente, para calcular el espesor de las escombreras se han utilizada tres técnicas geofísicas diferentes. La primera fue el georadar, una herramienta empleada frecuentemente en estudios de arqueología que permite investigar el terreno. “Realiza una especie de radiografía de los primeros 2-3 metros de profundidad y genera una imagen en la que se ve el tipo de objetos que hay bajo la superficie”. Esta técnica se utilizó únicamente en las escombreras en las que el espesor era más pequeño, en las que había que estudiar solo uno o dos metros de profundidad.
En las escombreras con mayor recurrieron a otras dos técnicas: la tomografía sísmica y la tomografía eléctrica. La primera consiste “en generar una onda sísmica impactando la superficie del terreno con un objeto contundente”. “Golpeas el terreno y generas una vibración minúscula, un pequeño terremoto, y dispones de una serie de sensores alineados a lo largo de un perfil que son como sismógrafos pero a escala reducida, que lo que hacen es determinar el grado de vibración que has generado en el punto de impacto”. Conociendo la velocidad a la que se han propagado estas ondas sísmicas en el terreno “se puede discernir si está compuesto por material blando o si por el contrario está compuesto por material rígido, lo que nos da un contraste entre el sustrato natural rocoso que hay bajo la escombrera y la escombrera en sí”.
Por último, la tomografía eléctrica se basa “en colocar en el terreno, cada 2-3 metros, unos clavos de acero e inyectar corriente eléctrica”. Con ello se puede estudiar “si los materiales son eléctricamente resistivos o conductores”. “Nosotros sabemos qué materiales conducen la electricidad bien y cuáles no. Por ejemplo, en el caso de un terreno que tenga un cauce subterráneo desconocido se tiene que producir una facilidad para que la corriente eléctrica circule”.
Este es uno de los resultados que han conseguido en el proyecto. “A priori no era un objetivo inicial pero se ha convertido en un parámetro muy importante para determinar si están circulando flujos de agua a través de las escombreras, lo que puede generar procesos de contaminación en los cauces adyacentes”.
Sandoval explicó que la geofísica utiliza formas de trabajo no invasivas, por lo que en espacios con alto valor ambiental ofrece datos muy importantes.
Vía Innovaticias
Foto de mataparda (cc)
Ponferrada, León