Un impuesto añadido a envases de un solo uso de Tübingen y cómo reduce Tallin los residuos, experiencias de #wasteinprogress
El Fórum de Gestión de Residuos Municipales #wasteinprogress celebra desde el miércoles 16 y hasta hoy jueves, 18 de abril, su sexta edición en el Palau de Fires de Girona. Este año, el certamen tiene el objetivo principal de avanzar de forma efectiva hacia la descarbonización total a partir de la puesta en común de políticas municipales de prevención de residuos.
Hoy ha sido el turno de la segunda jornada, que ha puesto el foco en los nuevos retos en cuanto a la gestión de los envases. Se ha hablado, entre otros temas, del nuevo marco legal existente, de las iniciativas locales de prevención y reutilización, de los envases compostables y del etiquetado, los envases comerciales e industriales y también conceptos como los SCRAP (Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor), SDDR (Sistema de Depósito, Devolución y Retorno) y los nuevos SRAP (Sistema de Reducción Automática de Potencia). Ponentes procedentes de Tallin (Estonia), Aarhus (Dinamarca), Tübingen (Alemania), Milán (Italia), Reino Unido y Francia han expuesto sus experiencias de ámbito internacional, explicando cuál es la estrategia para reducir los residuos en eventos públicos, presentando una iniciativa innovadora para reutilizar vasos y exponiendo un sistema fiscal para hacer pagar a la hora de adquirir envases desechables. La principal novedad de esta edición es la vinculación de administraciones con nuevos modelos de negocio privados basados en la prevención, reutilización y economía circular, que comparten espacio para analizar qué herramientas necesitan los municipios para llegar a la descarbonización. Lo hacen en los Talks & Debate de la tarde y hoy ha sido el turno de representantes de compañías como Zero Waste Europe, Boomerang, POTS y el Festival Cruïlla.
El segundo día del Fórum ha vuelto a contar con medio millar de asistentes y será hoy cuando finalice su sexta edición con una jornada dedicada a la planificación ya las estrategias municipales de prevención con testigos que explicarán, entre otros casos, cuáles son las iniciativas que se llevan a cabo en Londres para evitar el desperdicio alimentario y cuál es la estrategia de París para prevenir la ciudad y su patrimonio durante los Juegos Olímpicos de este próximo verano.
La ciudad de Aarhus, la segunda mayor de Dinamarca, puso en marcha el pasado mes de enero un sistema pionero para impulsar el uso de vasos reutilizables a partir de una colaboración pública y privada. Simon Rossau, su ideólogo, fue hoy el encargado de explicar esta iniciativa. Se trata de un proyecto piloto a tres años vista que ha empezado con buen pie, consiguiendo números por encima de las expectativas iniciales. Consciente de que cada vez había más residuos y envases en las calles, decidió hablar con las administraciones y presentar una propuesta que vio la luz hace pocos meses. Tras una licitación a la que se presentaron once candidatos, la empresa ganadora ha sido la encargada de hacer funcionar toda su infraestructura, siempre con el apoyo de las instituciones pertinentes. Se ha conseguido sustituir los vasos y envases desechables por recipientes que tienen mayor durabilidad. Están hechos de polipropileno y los hay para bebidas calientes y frías. El ciudadano pide una bebida y cuando lo hace, paga 0,75 euros por comprar un vaso reutilizable que, una vez se ha usado, se deja en un punto de recogida determinado. Escanea un código QR para, después, recibir el retorno de esa cantidad de dinero. Una vez dejados los vasos, un sistema se encarga de su limpieza y desinfección, para ponerlos de nuevo en circulación a todos aquellos negocios que colaboran.
“Es una prueba, un test para ver cómo funciona y por el momento los resultados son muy positivos. Queremos conseguir no que estos vasos circulen, sino que haya un retorno y puedan utilizarse de nuevo. Lo estamos consiguiendo porque después de los primeros 3 meses han circulado unos 150.000 vasos y la tasa de retorno es del 88%, algo por encima de nuestro objetivo”, ha explicado Rossau. Este proyecto afecta a una población cercana a los 90.000 habitantes (no se tiene en cuenta el extrarradio de la ciudad) y la intención, después del primer año de funcionamiento, es llegar al medio millón de vasos, para después estabilizarse en un millón y medio. La voluntad es ampliar este proyecto a otros envases, más allá de los vasos.
Tübingen, junto al río Neckar y con una amplia tradición universitaria, es una ciudad alemana que desde hace dos años ha decidido actuar para reducir los residuos y, sobre todo, el elevado coste que supone recogerlos y tratarlos. Lo ha expuesto Tobias Staufenberg, de la unidad de Protección y Medio Ambiente municipal. “Hemos querido dar un mensaje al ciudadano y también a los comercios que venden productos con envases desechables y al mismo tiempo reducir un gasto que supone unos 700.000 euros cada año. La cantidad de basura era ingente y debía hacerse algo al respecto”, ha dicho para presentar un impuesto local dirigido a aquellas personas que compran envases de esta tipología. Desde el primero de enero de 2022, en Tübingen se paga un máximo de 0,50 euros por cada envase de un solo uso. Una cantidad que se añade al precio del producto que se adquiere. Ha puesto un ejemplo: “Si te compras un bocadillo de hamburguesa que viene en un envase de un solo uso, debe pagarse por este envoltorio. En cambio, si el recipiente puede reutilizarse, el cliente no debe pagar el impuesto. De esta forma incidimos directamente en la población y también en los comercios”.
También se ha actuado en Tallin, la capital de Estonia, dando "un gran paso adelante" para solucionar "un problema" como lo era "la acumulación innecesaria" de basura en las calles. Lo ha explicado Lina Kanarbik, la encargada de la gestión de residuos del Departamento de Economía de la ciudad. En este caso, se ha puesto el foco en los grandes eventos públicos y es aquí donde se han eliminado los envases desechables y se ha potenciado la reutilización. Pocos años atrás, un primer paso fue cambiar el plástico de un único uso por plásticos compostables, pero no se solucionó el problema porque la cantidad de residuos seguía siendo demasiado elevada. Fue entonces cuando se decidió cerrar el círculo a partir del entendimiento entre proveedores, organizaciones, políticos y todos aquellos actores que se encargan de ese ámbito en el país. Se creó una regulación y en 2023, coincidiendo con que Tallin había sido designada como la Capital Verde Europea, se puso en marcha una prueba piloto con el objetivo de conseguir que en todos los actos públicos de la ciudad los envases para servir alimentos y bebidas fueran reutilizables y evitar de este modo la acumulación de basura en las papeleras.
La primera prueba, en algunos eventos concretos: deportivos, familiares y conciertos. Ahora se ha extendido y la respuesta es cada vez más positiva. “Los cambios siempre son complicados al inicio porque tienes que adaptarte, pero todos estamos juntos en este esfuerzo y después de un primer año más irregular, actualmente ya casi todo el mundo ha asistido en algún acto donde los envases son reutilizados. Esperamos que esto mejore en el futuro. El ciudadano se está dando cuenta de que esto funciona; todo el mundo lo ve más limpio, queda bonito y eso provoca que tengas ganas de volver. La respuesta es buena y tenemos que seguir por este camino”, ha dicho, antes de añadir que “debemos ser conscientes de que no es necesario que haya una regulación para empezar a movernos en este aspecto, sino que tenemos el poder de cambiar las cosas en nuestras manos. Sólo es cuestión de ponerse a ello y tener predisposición”.
La segunda jornada del Waste in Progress ha puesto sobre la mesa el concept SCRAP. Son aquellos Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor, cada vez más numerosos, sobre todo aquellos que se encargan de la gestión de los envases. Estas asociaciones actúan como intermediarios y ayudan a cumplir con las obligaciones de las empresas que son responsables de poner envases al marcado. Cada empresa paga una determinada cantidad dependiendo de los envases que produce para que sea el SCRAP el que se encargue de la gestión de este residuo y trate con el organismo pertinente. Sobre ello ha hablado Tinaxara Mesa, la Coordinadora del área de Desarrollo de Producto y Voz del Cliente en Ecoembes. Ha explicado que este tipo de sistemas u organizaciones existen desde la década de los noventa del siglo pasado, pero su crecimiento se ha multiplicado a partir del Real Decreto 1055/2022 de envases y residuos de envases, que ha ampliado esta responsabilidad con respecto a los envases comerciales industriales.
Ha sido el paso previo para hablar de los envases compostables, aquellos que pueden degradarse de forma biológica para formar compuesto. Rosa Puig, Marketing Manager en Novamont Iberia, ha transmitido los riesgos y oportunidades de las políticas de prevención con este tipo de envases. Ha presentado la directiva europea SUP (Single Use Plastic) y ha criticado su problema de definición porque “no se concreta qué es exactamente un plástico desechable y, por tanto, tampoco queda claro qué es un plástico reutilizable. Lo que ocurre es que entonces muchos productos sólo cambian su nombre y se utilizan de la misma manera y con idénticas propiedades sin ningún paso adelante”. Sin embargo, considera también como una “oportunidad” que durante los 18 primeros meses de esta ley una vez entre en vigor, cada estado miembro de la UE podrá decidir cuáles son los envases que pueden ser considerados como compostables. Y es aquí donde ha presentado el caso de Italia, un país que está "más avanzado" y que ha servido como "ejemplo" de Cataluña. “En todo el territorio italiano se recoge la orgánica, existe una estructura clara, con plantas de compostaje y de tratamiento de residuos. La comunicación es más fuerte y los ciudadanos tienen más claro cómo deben separar”.
Siguiendo el hilo le ha llegado el turno a Marco Versari, presidente de Biorepack, el consorcio nacional para el reciclaje orgánico de envases plásticos biodegradables y compostables en Italia, con sede en la ciudad de Milán. Trabaja a partir de lo que marca la legislación europea, que dice que los productores de envases de cualquier forma y de cualquier material (cristal, plástico, madera, metal, etc.) deben pagar por su recogida, transporte y reciclaje. Por eso en Italia existe un sistema que recoge, transporta y recicla orgánicamente estos envases compostables. Versari ha expuesto el sistema nacional de envases, que hace de paraguas de los distintos consorcios verticales, entre ellos Biorepack. También, que en Italia existe una recogida selectiva de residuos orgánicos, que deben llevar a cabo todos los ayuntamientos. “Por ley, los envases compostables deben ser recogidos de forma conjunta con la orgánica. Esto no es una decisión local, de cada uno. Y se cierra el círculo, porque si hay recogida selectiva, si existen envases compostables y si hay un dinero que los productores de estos envases pagan, existe también Biorepack. Somos el último paso para completar ese ciclo. No hacemos nada distinto al resto de sistemas de recogida”.
Ha situado como punto de partida de la recogida de los residuos orgánicos en Italia y el cambio de mentalidad de su población en este aspecto una crisis, hace tres décadas, que llenó la ciudad de Milán de residuos porque los encargados de recoger la basura se plantaron. “La gente entendió entonces que los desperdicios eran un problema, social y también económico, y que había que hacer algo para que esto funcionara. Entonces se inició la recogida selectiva y con el paso de los años hemos dado pasos adelante. Pero siempre todos deben ser conscientes de que, si no se separa la orgánica del resto de residuos, todo estará sucio. Si no hacemos bien la orgánica, tampoco reciclaremos bien los envases. Es importante que el ciudadano lo tenga claro, que cada uno se organice y aporte su grano de arena”, remata.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de #wasteinprogress]