Una diseñadora gallega revoluciona el mobiliario urbano a partir de desechos plásticos
No tiene una varita mágica. Pero sí años de experiencia como diseñadora y ganas de innovar. Su trabajo consiste en convertir la basura en algo bonito. En reciclar residuos de plástico y transformarlos en elementos típicos del mobiliario urbano como bancos, jardineras, papeleras o tapas de alcantarilla.
La emprendedora coruñesa Gema Neira Surribas (A Coruña, 1973), CEO de la empresa Cholita, se encarga de dar una segunda vida a los plásticos que terminan en los vertederos. “Cada semana nos llega un residuo y experimentamos con él para crear algo útil”, explica. Las materias primas de sus diseños son envases de yogurt, bolsas, botellas, tapones o blísteres de medicamentos que los ciudadanos desechan en el contenedor amarillo.
Esos plásticos los rescata de la planta de gestión y tratamiento de residuos urbanos de Sogama, situada en Cerceda (A Coruña). También, para sus creaciones, cuenta con la basura marina que los operarios de la recicladora Galicimplas recogen por todos los puertos de Galicia. “Las redes de pesca dan mucha calidad al producto final”, asegura Neira. Es en esta última planta, la de Galicimplas, situada en el municipio de As Somozas (A Coruña), donde se lleva a cabo la revolución verde. Allí reciclan todos esos plásticos. Primero los trituran, luego les separan los metales y después los convierten en piezas muy pequeñas, similares al tamaño de un pellet. Posteriormente, esos plásticos agrupados entran en una máquina extrusionadora que los funde, creando listones y planchas. Es en este proceso cuando el plástico se trasforma en un material nuevo.
Ese material nuevo que se crea a partir de plásticos ha sido bautizado como ‘one no wood’ (‘una no madera’). ¿Y por qué ha sido llamado así? Pues porque, según explica Neira, es un material que tiene todas las características de la madera pero que, a diferencia de ella, no se pudre. “Se trabaja en una carpintería, pero tiene la ventaja de que resiste a la intemperie y a la humedad”, cuenta. Este material 100% reciclado es, además, reciclable. “Si haces con él una jardinera y te cansas de ella, siempre puedes fundirlo y hacer otra cosa. ¿No te parece fantástico que un material que iba a quemarse o a enterrarse en un vertedero se pueda transformar y tener infinitas vidas?”, pregunta esta empresaria con entusiasmo.
Gema Neira lleva 20 años trabajando en el ámbito del ecodiseño. Tras triunfar con sus famosas Cholitas, los bolsos hechos por rederas gallegas a partir de redes recicladas, esta empresaria apuesta ahora por el equipamiento urbano. Ayuntamientos gallegos como los coruñeses de Boiro, Cambre y Sada y el pontevedrés de Vilagarcía de Arousa ya cuentan en sus calles con mobiliario 100% reciclado. También han preguntado por este original proyecto desde la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana y Murcia. “Hacemos bancos, papeleras, jardineras, alcorques, bolardos, pasarelas, fachadas ventiladas, tejas… Y ahora lo que son una bum son las tapas de alcantarilla”, explica Neira.
Para hacer una tapa de alcantarilla es necesario reciclar unos 40 kilos de basura plástica. Este elemento, lejos de ser endeble, es muy resistente. “Soporta hasta 40 toneladas de peso, lo que exige la normativa europea”, asegura esta diseñadora gallega. El nuevo material tiene algo que lo hace muy atractivo: elimina el ruido que provocan las tradicionales tapas de hierro.
Este material que nace al fundir diferentes plásticos no es algo nuevo. “Hace ya muchos años que lo conocí en Alemania. Allí lo utilizan para fabricar piezas de construcción y consiguen trasformar unas 100.000 toneladas de basuras al año”, cuenta. También trabajó con él en otra planta recicladora de Cataluña. “Pero antes no había esta apuesta por la sostenibilidad, se creían que era algo como de segunda mano”, explica.
Sin embargo, la filosofía actual es distinta y cada vez son más los ayuntamientos que quieren apostar por la sostenibilidad introduciendo en su mobiliario elementos hechos con este material. La basura que se recoge en las ciudades y pueblos vuelve a ellos pero, esta vez, en forma, por ejemplo, de un banco.
[Este contenido procede de Nius. Lee el original aquí]