Valorización del orujo de uva: residuos vinícolas como recurso sostenible para biocombustibles, nutrición y materiales
Cada año, la vinificación genera millones de toneladas de orujo de uva, compuesto por pieles, semillas, pulpa y tallos, que históricamente se utilizaba como abono o alimento animal. Según la Organización Internacional de la Viña y el Vino, por cada 100 kg de uva se producen aproximadamente 25 kg de subproductos, representando un desafío ambiental significativo en países con alta producción, como España, Francia o Italia.
Recientes investigaciones han demostrado que este residuo puede transformarse en un recurso valioso, contribuyendo a la economía circular y la sostenibilidad industrial. La Universidad de Bolonia desarrolló un proceso de fermentación anaeróbica para extraer etanol del orujo, que se convierte en ácidos de cadena media aplicables a biocombustibles, bioplásticos y aditivos industriales. El remanente del residuo se somete a biometanización, generando energía adicional y reduciendo el volumen de desecho destinado a vertederos o quema.
De forma paralela, estudios de la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad de Castilla-La Mancha han demostrado que las semillas de uva pueden producir biodiésel renovable mediante la extracción de aceite y su combinación con bioetanol derivado del exceso de vino y orujo. Los ésteres etílicos de ácidos grasos resultantes cumplen en gran medida los estándares europeos de biodiésel, ofreciendo una alternativa energética sostenible.
El orujo también contiene compuestos bioactivos, como polifenoles, resveratrol y melatonina, con potencial en nutracéutica, cosmética y alimentación funcional. Investigadores de la Universidad de la Mujer de Texas aplican técnicas de microencapsulación para preservar la biodisponibilidad de antioxidantes, con el objetivo de desarrollar suplementos y productos alimenticios que mejoren la salud intestinal y cardiovascular.
Además, el residuo vinícola es rico en fibra, proteínas y minerales, lo que permite su incorporación en harinas funcionales para panadería, galletas, barritas energéticas y yogures, así como en la alimentación animal, mejorando digestión y metabolismo del ganado. Sus pigmentos naturales, como antocianinas, pueden sustituir colorantes sintéticos en alimentos y bebidas.
Expertos destacan que el aprovechamiento integral del orujo representa un modelo de biorrefinería, donde un mismo residuo genera energía, biocombustibles, compuestos bioactivos y materiales sostenibles. Este enfoque no solo reduce la presión ambiental y la contaminación, sino que también impulsa la innovación industrial, el valor agregado y la generación de empleo local.
El profesor Pierre-Louis Teissedre de la Universidad de Burdeos subraya que esta estrategia forma parte de una transición hacia una industria vinícola más verde y responsable, promoviendo prácticas sostenibles, reducción de químicos y aprovechamiento máximo de subproductos. Así, el orujo de uva deja de ser un residuo y se convierte en un recurso estratégico para la sostenibilidad y economía circular del sector vitivinícola.
[Este contenido procede de BBC Lee el original aquí]






