Así se recicla un avión
Desde finales del pasado año Tarmac Aragón se ha metido de lleno en el desmantelamiento y reciclaje de aviones en sus instalaciones del aeropuerto de Teruel. Un proceso laborioso para el que pueden llegar a necesitar hasta más de cuatro meses. Estos días afrontan el troceado del tercero de los aviones, un Boeing 747-400, de unos 25 años de antigüedad, que se verá reducido a piezas de aluminio de unos 2,40 metros cada una, lo suficiente para que quepan en el camión que los llevará a un empresa de fundición. Será el último paso de un proceso que comenzó meses atrás, cuando la compañía propietaria del avión y Tarmac firmaron el contrato de desmantelamiento.
El director general de Tarmac Aragón, Claude Zambano, explica que el primer paso del proceso de reciclaje es conocer qué piezas del avión quiere el cliente conservar. Con todas ellas se hace una lista y la primera fase comienza cuando se recuperan todas esas piezas. “Trabajamos en retirar las piezas, las inspeccionamos e inventariamos, se empaquetan y se envían donde quiera el cliente”, cuenta.
En ocasiones hay piezas cuyo destino es un avión en funcionamiento que está parado, esperando ese repuesto. “Son piezas AOG (Aircraft on Graund), es decir, para aeronaves que están en tierra y a veces piden que lleguen a su destino en un día, lista para montar”, explica Ignacio Guillén, project manager de Tarmac Aragón, un ingeniero aeronáutico turolense, responsable del área de desmantelamiento de aviones, que cuando acabó la carrera no se imaginaba que en pocos meses podría trabajar de los suyo y en su tierra.
Instrumentos de cabina, equipos informáticos y electrónicos, motores, trenes de aterrizaje, frenos y ruedas o las APU (siglas en inglés de Unidad Auxiliar de Potencia) suelen ser los elementos que los clientes, compañías aéreas o intermediarias, quieren recuperar.
Para certificar que la pieza está en condiciones de ser reinstalada en un avión recibe un certificado Form 1de la EASA, las siglas en inglés de la Agencia Europea de Seguridad Aérea, que justifica que la pieza está chequeada y se puede montar directamente cuando llega a su nuevo destino.
Mientras, en el aeropuerto de Teruel, comienza la segunda fase: la limpieza o reciclaje del avión. Para ello, es necesario contar con el Certificado de Transferencia, un documento que pone el avión en manos de Tarmac para que lo diseccione.
Carlos Casinos es el mecánico responsable de este proceso. Con su equipo se ocupan de separar y clasificar según los materiales las diferentes piezas del avión que han quedado en esta segunda fase. Separan el cableado, las piezas de aluminio, el composite, que son fibras, el cobre o los fluidos. Cada compuesto tiene su destino en la cadena de reciclaje. Un proceso que ya han llevado a cabo en cinco aeronaves. Ahora trabajan en un Boeing 747-400, el mismo modelo de otro avión que está, justo a su lado, en la misma campa, ya en proceso de desmantelamiento.
Desmantelamiento
Un fino cable de diamante en una máquina traída desde Tarbes (Francia), donde Tarmac tiene su sede central, iba seccionando el aluminio de una de las alas del Boing. El proceso duró un tiempo, y mientras iba separándose del fuselaje con un corte limpio, una grúa de gran tonelaje, de la empresa turolense Sergruco, sostenía la extremidad de la gran aeronave con cuatro cadenas enganchadas.
Lo que era una aeronave de dos pisos, que tenía una capacidad para 400 pasajeros, pierde esta semana las alas y quedará el fuselaje en el que trabajarán los operarios de Tarmac a partir de la próxima semana para derrotar a este gigante de los cielos y dar a sus distintos componentes una segunda oportunidad en un proceso de transformación posterior más allá del aeropuerto de Teruel.
Al final, el ala quedará seccionada en unas 14 piezas, de 2,40 metros cada una, el tamaño necesario para introducirlas en el camión que las conducirá a una planta de fundición de aluminio de Huesca.
La grúa de gran tonelaje es utilizada para sostener las dos alas, el morro y la cola durante su separación del fuselaje. Una vez que se retiran estas piezas el cuerpo central se baja de los soportes a otros en un nivel inferior para poder operar en él y seguir con el troceado.
Las fases del proceso se solapan en las instalaciones de Tarmac y mientras cortan el tercer Boeing desde que comenzó esta línea de trabajo en las instalaciones de Tarmac, en una zona próxima dos operarios trabajan en preparar las piezas de aluminio de la anterior aeronave para su transporte hacia la fundición.
“Cada material es sometido al proceso de reciclado siguiendo la normativa vigente y es certificado”, explica Zambano. La fase de desmantelamiento puede durar entre 8 y 9 semanas, según el tipo de aeronave, la fase de limpieza y reciclaje unas 6 semanas y el corte del esqueleto metálico del avión aproximadamente un mes. Un proceso muy especializado para el que el equipo técnico de Teruel recibió formación, de sus compañeros franceses.
Piluca Fuertes