Clausurar un vertedero a cielo abierto: 6 aspectos clave
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), de los aproximadamente 2.240 millones de toneladas de residuos sólidos que se generan cada año en el mundo, aproximadamente el 40% acaba en vertederos abiertos, sobre todo en ciudades de países de renta media y baja que carecen de sistemas adecuados de recogida de residuos. En muchas ciudades africanas, hasta el 90% de los residuos se vierten abiertamente. En la región de América Latina y el Caribe, ronda el 45%.
Si bien es cierto que el vertido a cielo abierto es una opción rentable de gestión de residuos, también es peligroso tanto para el medio ambiente como para la salud pública. Emisiones como las dioxinas y los furanos, así como sustancias peligrosas como el mercurio, contribuyen a la contaminación del aire, el agua y el suelo. Las comunidades circundantes, y especialmente los recicladores que trabajan en esos lugares, corren por tanto un riesgo constante de inhalar e ingerir sustancias tóxicas. Además, existe la amenaza de que se propaguen enfermedades debido a la falta de saneamiento y a la presencia de insectos y vectores, afirma el PNUMA.
Pero el simple cierre de los vertederos no es suficiente y también tiene efectos socioeconómicos negativos. Por ello, organizaciones como el PNUMA y la Asociación Internacional de Residuos Sólidos (ISWA) son partidarias de un enfoque integrado de la gestión de residuos. Esto implica trabajar con un amplio abanico de partes interesadas para proporcionar servicios de recogida de residuos, concienciar sobre la gestión racional de residuos, hacer cumplir las políticas y la legislación, aplicar una cadena de gestión de residuos que incluya el reciclado y una eliminación final de los desechos respetuosa con el medio ambiente.
James Law, Presidente del Grupo de Trabajo sobre Vertederos de ISWA y del Grupo de Trabajo sobre la Iniciativa de Cierre de Vertederos, reflexiona sobre los pasos clave y la rentabilidad de los cierres de vertederos.
Proceso de cierre de un vertedero
1. Introducir mejoras inmediatas en la gestión de residuos
Esto podría incluir programas de educación y divulgación para el público en general, mejorar los programas de recogida de residuos y reciclaje y las zonas de cobertura de las rutas, e identificar los puntos de destino de los residuos y el material reciclado. También es importante identificar en el nuevo programa quién se lleva, trata o recicla y reutiliza los distintos materiales de desecho.
2. Formar un equipo amplio de recicladores
La gestión social del cierre de un vertedero debe abordarse desde el principio para cuidar de los recicladores y recolectores informales de residuos. Esta debe ser una parte importante de la gobernanza para que el cambio tenga éxito. El equipo debe involucrar a recicladores informales de residuos, empresas de recolección de basuras, recicladores y el gobierno local.
3. Ubicar previamente el nuevo lugar de eliminación de residuos
Como hay muchas infraestructuras necesarias, como estaciones de transferencia, centros de reciclaje e instalaciones de tratamiento de residuos, cuando se pasa de la explotación de un vertedero a la de un relleno sanitario, la ubicación de un nuevo relleno sanitario debe producirse antes del cierre de un vertedero.
El diseño, construcción y operación del relleno sanitario debe seguir estrictas normas y regulaciones de la industria. Una de las publicaciones del Libro Blanco del Grupo de Trabajo sobre Vertederos de ISWA habla sobre el impacto de las opciones de gestión en las emisiones de metano de los vertederos. La metodología presentada en el documento debe ser considerada y aplicada a cualquier vertedero que planea la transición a la operación de relleno sanitario con el aumento de los esfuerzos de reciclaje y la desviación de residuos orgánicos de la operación de relleno sanitario.
4. Diseñar el plan de cobertura y cierre del vertedero
Una vez que el nuevo relleno sanitario esté recibiendo residuos desviados o nuevos del vertedero, es hora de evaluar y diseñar un plan de cierre y un sistema de cobertura para el vertedero. Antes de cerrar el vertedero, hay que investigar y evaluar cualquier problema o problema relacionado con la contaminación del lugar para elaborar un plan de remediación.
Puede ser necesario un sistema de recogida de gases o lixiviados para hacer frente a la emisión de gases que repercuten en el cambio climático o a la contaminación de las aguas subterráneas que afecta a la calidad del agua potable. Por último, puede construirse un sistema de cubierta de cierre junto con un uso final del emplazamiento si así se desea.
5. Supervisar regularmente el vertedero clausurado
Un vertedero cerrado debe ser supervisado regularmente durante toda su vida útil hasta que amenazas tales como el asentamiento de la superficie del terreno, la estabilidad final del talud, la emisión de gases y la calidad de las aguas subterráneas hayan alcanzado un punto de aceptación general como «masa de residuos estabilizada» según las normas de la industria o las regulaciones vigentes.
Deben existir planes para manejar las emisiones de gas así como las filtraciones o brotes de lixiviados durante el cierre del vertedero. El gas puede recogerse en un pozo de gas o en una estación de antorcha y destruirse mediante un sistema de antorcha abierta. Del mismo modo, si se encuentra lixiviado, debe recogerse y enviarse a una instalación de tratamiento de aguas residuales fuera del emplazamiento. A veces se puede construir un muro de contención para evitar que el líquido contaminado salga fuera del emplazamiento.
6. Reflexionar sobre el nuevo uso final del lugar
Si se diseña y planifica adecuadamente, el nuevo uso final del vertedero puede convertirlo en un activo público que añadirá valor a la comunidad, como un parque recreativo, centro de reciclaje, sendero para pasear y otras actividades comunitarias.
[Este contenido ha sido reelaborado a partir de Waste Management World. Lee el original aquí]