Comercializan sal ecosostenible sin microplásticos en envase compostable
“No tiene sentido hacer productos bio si luego su envase es de plástico”, indica a EFEverde Armand Folch, ambientólogo de profesión y cofundador de una empresa catalana que elabora sal sin refinar y completamente libre de microplásticos, distribuida en envoltorios totalmente compostables. Se trata de un producto local y ecosostenible, extraído de forma artesanal de un manantial alicantino en una mina fósil de 250 millones de años de antigüedad, por lo que “se originó en el Triásico, en la época de los dinosaurios, cuando el planeta estaba libre de plásticos”, ha precisado el cofundador de Herbes de la Conca.
Esta característica del producto es importante porque según un estudio elaborado por la organización ecologista Greenpeace junto con la Universidad Nacional de Incheon (Corea del Sur), el 90% de las marcas de sal analizadas a nivel mundial contiene microplásticos: partículas de tamaño inferior a 5 milímetros, desgajadas de material de mayores dimensiones. Según los cálculos de Greenpeace, la presencia de este residuo está tan extendida que si un ciudadano consume 5 gramos de sal al día (la cantidad recomendada por la Organización Mundial de la Salud) estaría ingiriendo unas 510 micropartículas plásticas cada año. Se trata de cantidades preocupantes a tenor de otro estudio publicado el año pasado por la American Chemical Society Journal Environmental Science & Technology, según el cual las pulgas de agua que habían sido tratadas con microplásticos procedentes de los envoltorios de té presentaban anormalidades anatómicas y conductuales.
“El efecto de los microplásticos en humanos todavía no está claro, porque es algo muy nuevo”, precisa Folch, quien advierte de que de todas formas “nos han llegado informes de la Agencia Catalana de la Salud, que los han detectado en múltiples alimentos, y no tiene buena pinta”. Las escamas de sal se comercializan con diversas composiciones y formatos, como sales de manantial, pero también en forma de escamas de sal ecológica o sales de hierbas ecológicas.
Otra característica ecológica de este producto es la apuesta por la distribución local, un concepto que “tiene todo el sentido del mundo, porque es lo más lógico y sostenible“, ya que potencia el tejido productivo de la zona, suele ofrecer artículos de mayor calidad y además tiene un impacto mucho menor en la huella ambiental por la limitación en el gasto de energía, especialmente en transporte.
A ello hay que sumar la idea de que es “allí donde generamos mayor impacto donde tenemos también mayor margen de mejora o de influencia”, por lo que la compañía ha desarrollado productos con la etiqueta carbon-free, es decir, neutros en lo que respecta a la emisión de gases de efecto invernadero, para sumarse a la transición hacia una economía más descarbonizada.
Por ello, define Herbes de la Conca como “un proyecto holístico” que pretende “minimizar los impactos medioambientales, maximizando a su vez los sociales” y, en ese sentido, destaca que en la empresa trabajan “numerosas personas con diversidad funcional tanto física como congnitiva”. Reconociendo que algunos perfiles no son adecuados para una determinada labor, en cambio “para otra son unos ‘cracks’ y muchas veces lo hacen mejor que cualquier máquina, porque son muy detallistas”, lo cual potencia el carácter artesanal de la compañía.
Folch insiste en que “hay que dar valor a todas las capacidades y a gente que quizás lo tiene más difícil para encontrar un empleo” puesto que el sentido de una empresa “no es sólo crecer y crecer, sino también cuidar el planeta y mostrar compromiso con las personas que tenemos alrededor“. Además de la sal libre de microplásticos, esta empresa fabrica patés vegetales sin soja, infusiones ecológicas sin plástico, chocolates veganos o pastas condimentadas.
[Esta noticia fue publicada originalmente en EFE VERDE. Leer original aquí]