Hace ya 43 años que la Asamblea General de las Naciones Unidas puso en marcha su Programa para el Medio Ambiente (PNUMA), consciente de que no sería ético mejorar la calidad de vida de los actuales pobladores del planeta a costa de hipotecar la de las generaciones venideras. 

El objetivo de este programa es lograr la imprescindible coordinación, a nivel supranacional, de las actividades relacionadas con el medio ambiente. Para ello, ha venido prestando su asistencia a los diversos Estados a fin de poner en marcha políticas adecuadas que hagan realidad el desarrollo sostenible. Entre otras, este programa lleva a cabo labores de evaluación y determinación del estado del medio ambiente mundial, fomento de la cooperación internacional para la protección del entorno, asistencia para la elaboración de una legislación internacional en la materia, etc. 

Los artífices del programa eran plenamente conscientes de que el medio ambiente y los factores que lo amenazan no entienden de fronteras. De ahí la vocación internacional e integradora que ha caracterizado siempre a este instrumento. 

Por un lado, el PNUMA desempeña una importante labor de asesoramiento a los países para abordar los problemas que no pueden ser resueltos de manera individual. Por otra parte, ha perseguido siempre la integración de empresas, industrias, comunidad científica y académica, organizaciones no gubernamentales y grupos cívicos, consciente de que todos ellos pueden ofrecer una visión enriquecedora sobre la situación real del medio natural y proponer medidas correctoras que permitan resolver o paliar los graves problemas que lo aquejan. 

Fruto de las investigaciones auspiciadas por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ha ido germinando una conciencia mundial en materia de protección medioambiental que se ha plasmado, a lo largo de estos años, en diversas convenciones internacionales.