El supervisor bancario de la UE quiere incluir riesgos climáticos en los test de estrés en 2022
Ratio de morosidad, ratio de eficiencia, ratio de capital, ratio de depósitos frente a créditos, ratio de solvencia... Los bancos están obligados a calcular multitud de ecuaciones como las citadas que sirven para dar muestra de distinta información sobre la calidad de su balance. A ellos, podría unirse el próximo año uno nuevo: ratio de activos verdes. Así lo ha propuesto la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés), que ha lanzado una consulta pública para desarrollar esta propuesta, encaminada a conocer cuántos de los activos que tiene un banco están alineados con los objetivos de la Cumbre de París.
La propuesta se ha hecho pública por parte del supervisor bancario europeo, que dirige el español José Manuel Campa. El GAR, como se ha dado a llamar a este índice, busca tener una información detallada sobre este tipo de activos y con una estructura que lo haga comparable con otras entidades. De este modo, las entidades deberían divulgar su ratio GAR para mostrar en qué medida las actividades de financiación en su cartera bancaria (incluidos préstamos y anticipos, títulos de deuda e instrumentos de capital en la cartera bancaria) están asociadas con actividades económicas alineadas con la clasificación de la UE y, por lo tanto, con el Acuerdo de París.
La iniciativa anunciada la semana pasada sigue otros procesos por parte de los supervisores bancarios europeos, que han puesto en el centro de sus objetivos de supervisión para los próximos años el conocimiento de los riesgos climáticos de las entidades financieras. Los bancos europeos, especialmente aquellos de mayor tamaño, se encuentran actualmente preparándose para que el próximo año, en 2022, la propia EBA valore su resistencia a los riesgos climáticos. La famosas pruebas de resistencia o test de estrés, como se conocen, serán en el próximo ejercicio exclusivamente para conocer cómo los balances de las entidades financieras aguantarían ante varios escenarios distintos de evolución de la crisis climática.
El sector financiero europeo está centrado actualmente en salir de la crisis económica ocasionada por el coronavirus y durante los próximos meses, hasta el verano, están siendo analizados por la EBA y el BCE en los test de estrés que se publicarán en julio y que se retrasaron el año pasado. Estas pruebas periódicas buscan conocer cómo evolucionará el balance de un banco frente a distintos escenarios de la evolución económica tras la pandemia y si podrían resistir en la hipótesis más adversa en caso de que se prolongara más de lo esperado. Estos exámenes sirven para que, posteriormente, se puedan realizar recomendaciones concretas a cada entidad. De entre las entidades españolas, se presentan a este examen Santander, BBVA, Sabadell y Bankinter, mientras que CaixaBank y Bankia se libran por estar inmersos en la fusión. El resto serán estudiados por el BCE pero sus resultados no se harán públicos.
Sin embargo, la banca no se olvida del ejercicio del año próximo y, tal y como apuntan fuentes de mercado, están a la espera de que la EBA publique cómo serán los ejercicios de resistencia frente a riesgos climáticos a los que se someterán en los test de estrés de 2022. La crisis medioambiental está situada entre los principales riesgos, si no el más destacado, al que se enfrenta al sistema financiero en los próximos años y, desde distintos ámbitos, se ha presionado para que los bancos trabajen por adecuar su cartera de créditos y de gestión de activos hacia aquellos sectores que reducen la huella de carbono.
Hasta la fecha, todas las principales entidades financieras han ido haciendo avances y anuncios en este sentido presionados no solo por las organizaciones de defensa del medioambiente sino también por sus propios accionistas. Es conocida la postura que defiende Blackrock, accionista en todos los principales bancos españoles y con amplia presencia en el Ibex35, que con distintos comunicados ha hecho llamamientos para la asunción de cambios en la actividad financiera para reducir la financiación a aquellos sectores más contaminantes y vinculados con las emisiones de carbono. Sin embargo, todos estos avances no cuentan con una herramienta para que tanto clientes, como accionistas o autoridades, pudieran medir y comparar los progresos.
Es en este punto en el que incide la EBA con su propuesta del uso del GAR. "Esta información es relevante para comprender cómo las instituciones están trabajando para mitigar sus riesgos ligados al cambio climático financiando actividades que contribuyen a los objetivos climáticos", apunta la EBA en la consulta pública que ha abierto. Así, el organismo supervisor pretende que esta, y otras herramientas que plantea, sirvan para dar "significativa y comparable" información en cuanto a los riesgos climáticos a los que se enfrentan las entidades, aportando "transparencia" sobre las acciones que se toman en esta vía.
[Esta noticia fue publicada originalmente en El Diario. Lee el original aquí]