Entidades valencianas desarrollan una tecnología para reciclar film y envases impresos
Las empresas valencianas Grefusa y Emsur Saymopack, junto con la vitoriana Aligoplast, han participado con Aimplas, Instituto Tecnológico del Plástico, en el desarrollo de una nueva tecnología para mejorar la capacidad de reciclado de films y envases ligeros impresos. Dentro del marco del proyecto europeo CLIPP, se ha conseguido un material reciclado de mayor calidad que el producido hasta ahora y que se puede utilizar para fabricar productos de alto valor añadido como films y láminas para embalaje o piezas para los sectores de la automoción y la electrónica.
El plástico constituye un 35% del total de materiales empleados en el sector del envase gracias a sus ventajas frente a otros materiales: resistencia, bajo peso, buenas propiedades barrera y capacidad de sellado, versatilidad de procesado y de diseño, bajo coste y posibilidad de reciclado. Pero el sector sufre las consecuencias del incremento en el precio de las materias primas, mientras que se enfrenta al cumplimiento de una normativa cada vez más restrictiva para los plásticos en contacto con alimentos y a la vez que se le exige un papel protagonista en la gestión de residuos.
Así pues, cobra importancia para las empresas transformadoras implementar sistemas de recuperación que permitan reutilizar los restos de recortes o descartes, que pueden suponer entre el 10% y el 20% de la producción.
Vicent Martínez, investigador principal del proyecto en Aimplas, apunta que el mayor problema se encuentra cuando se intentan recuperar "restos de films impresos y laminados, ya que los materiales y aditivos empleados habitualmente colorean el material recuperado, obteniéndose films totalmente opacos, quedando su reutilización relegada a productos de bajo valor añadido, como bolsas de basura, tuberías o mobiliario urbano".
Por otra parte, las tintas y adhesivos basados en compuestos orgánicos pueden descomponerse generando gases y vapores que dan lugar a un material con menores propiedades mecánicas.
Hasta al momento hora se han propuesto diferentes procesos fisicoquímicos para reciclar este tipo de materiales de forma que puedan eliminarse las tintas, adhesivos y otros contaminantes para ser usados en aplicaciones de mayor valor añadido. Se trata de procesos con varias etapas de trituración, prelavados, extracción, etc., que necesitan consumos considerables de energía, producen residuos como fangos contaminantes e implican la gestión de disolventes, de gran impacto medioambiental. Todo ello reduce su viabilidad económica y frena su implementación a nivel industrial.
“La tecnología propuesta en el proyecto CLIPP se basa en un novedoso proceso de extrusión con un sistema de inyección de CO2 que permite extraer los contaminantes presentes en el plástico. Los resultados logrados han permitido obtener un material plástico reciclado con un nivel mucho menor de compuestos orgánicos, menos olor y menor coloración, a la vez que conserva las propiedades mecánicas del material virgen”, apunta Vicent Martínez. Además, el bajo coste del proceso permite un ahorro frente a la utilización de la materia prima original en aplicaciones de alto valor añadido.
Así pues, el proceso permite sustituir material virgen por material reciclado que de otra forma se utilizaría en el mejor de los casos para aplicaciones de menor valor añadido, cuando no acabase su vida útil en vertederos o en plantas incineradoras.
El proyecto CLIPP, que concluye ahora tras dos años de investigaciones, ha recibido financiación del Séptimo Programa Marco de la Unión Europea y en él participan nueve socios de Alemania, Inglaterra, Eslovenia y España.
El plástico constituye un 35% del total de materiales empleados en el sector del envase gracias a sus ventajas frente a otros materiales: resistencia, bajo peso, buenas propiedades barrera y capacidad de sellado, versatilidad de procesado y de diseño, bajo coste y posibilidad de reciclado. Pero el sector sufre las consecuencias del incremento en el precio de las materias primas, mientras que se enfrenta al cumplimiento de una normativa cada vez más restrictiva para los plásticos en contacto con alimentos y a la vez que se le exige un papel protagonista en la gestión de residuos.
Así pues, cobra importancia para las empresas transformadoras implementar sistemas de recuperación que permitan reutilizar los restos de recortes o descartes, que pueden suponer entre el 10% y el 20% de la producción.
Vicent Martínez, investigador principal del proyecto en Aimplas, apunta que el mayor problema se encuentra cuando se intentan recuperar "restos de films impresos y laminados, ya que los materiales y aditivos empleados habitualmente colorean el material recuperado, obteniéndose films totalmente opacos, quedando su reutilización relegada a productos de bajo valor añadido, como bolsas de basura, tuberías o mobiliario urbano".
Por otra parte, las tintas y adhesivos basados en compuestos orgánicos pueden descomponerse generando gases y vapores que dan lugar a un material con menores propiedades mecánicas.
Hasta al momento hora se han propuesto diferentes procesos fisicoquímicos para reciclar este tipo de materiales de forma que puedan eliminarse las tintas, adhesivos y otros contaminantes para ser usados en aplicaciones de mayor valor añadido. Se trata de procesos con varias etapas de trituración, prelavados, extracción, etc., que necesitan consumos considerables de energía, producen residuos como fangos contaminantes e implican la gestión de disolventes, de gran impacto medioambiental. Todo ello reduce su viabilidad económica y frena su implementación a nivel industrial.
“La tecnología propuesta en el proyecto CLIPP se basa en un novedoso proceso de extrusión con un sistema de inyección de CO2 que permite extraer los contaminantes presentes en el plástico. Los resultados logrados han permitido obtener un material plástico reciclado con un nivel mucho menor de compuestos orgánicos, menos olor y menor coloración, a la vez que conserva las propiedades mecánicas del material virgen”, apunta Vicent Martínez. Además, el bajo coste del proceso permite un ahorro frente a la utilización de la materia prima original en aplicaciones de alto valor añadido.
Así pues, el proceso permite sustituir material virgen por material reciclado que de otra forma se utilizaría en el mejor de los casos para aplicaciones de menor valor añadido, cuando no acabase su vida útil en vertederos o en plantas incineradoras.
El proyecto CLIPP, que concluye ahora tras dos años de investigaciones, ha recibido financiación del Séptimo Programa Marco de la Unión Europea y en él participan nueve socios de Alemania, Inglaterra, Eslovenia y España.
Vía Ambientum
IHQ (cc)
Valencia