Futuro optimista para el reciclado de envases en España
Por Juan Quintana*.- Las sociedades desarrolladas suelen adquirir una conciencia medioambiental superior a otros espacios económicos, donde las prioridades están más vinculadas a la subsistencia. En el caso del envase, el incremento del compromiso medioambiental ha crecido en paralelo al aumento del consumo y, por tanto, a su uso.
En consecuencia, desde finales del siglo XX se pusieron en marcha en toda Europa, sistemas integrados de gestión y otros modelos de manejo de envases usados. En España, se crearon en 1998, Ecoembes y Ecovidrio, para envases domésticos, y en 1999 y 2002, Sigre y Sigfito, para envases de medicamentos y fitosanitarios.
El análisis de la gestión del envase se debe realizar de forma global, en todo su ciclo de vida. La fase de ecodiseño y fabricación es esencial para la minoración del volumen de envases, que se ha llegado reducir en peso unitario en torno al 25%. Esto ha supuesto un importante ahorro de materia prima y una caída, en términos relativos, del envase usado. El sector de fabricación aglutina en España a 1.500 empresas, con una facturación anual de 17.500 millones de euros y 73.000 trabajadores directos. Esto supone una ratio de facturación media anual por empleado de 240.000 €/trabajador-año, por debajo del sector farma, con una ratio de 369.282, de acuerdo con los datos de Farmaindustria; pero muy por encima de otros, como la consultoría, que se sitúa en los 76.000, tal como ha publicado la Asociación de Empresas de Consultoría. En todo caso, un indicador de eficiencia tecnológica.
En este contexto, la Comisión Europea ha puesto sobre la mesa dos borradores de modificación de las directivas europeas de envases y residuos. A finales de noviembre la Plataforma Envase y Sociedad organizó un encuentro del sector del envase, con la Directora General de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural, Guillermina Yanguas, y el representante de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, Jorge Díaz del Castillo. El objetivo era valorar los tiempos y las prioridades de la Comisión, sabiendo que los borradores legislativos pueden seguir caminos muy divergentes.
Las conclusiones que se pudieron extraer no son concluyentes, pero sí indicativas. La impresión que uno tiene es que para la Comisión, éste no es un asunto prioritario en el corto plazo, sobre todo porque es un toro difícil de lidiar. Hay que considerar que el equipo anterior quiso dejar su impronta y lanzar una estrategia que no iba a poder cerrar. Ahora le toca gestionarlo a nuevos responsables, que quizás no tengan tan claro el marco de referencia.
Existe una clara conciencia de que se va por el buen camino a la hora de cumplir los objetivos de reciclaje de envases, aunque cada vez cuesta más avanzar en los mismos. Se dejó claro que va a ser necesario homogeneizar los modelos de medida de la tasa de reciclado para que la comparativa transnacional e interanual sea objetiva. También se puso sobre la mesa que los nuevos sistemas de medida van a reducir mayoritariamente las ratios y van a dificultar la consecución de los objetivos que se fijen. Incluso la Comisión insinuó algún posible ajuste que permitiría paliar una caída en las tasas de reciclado como consecuencia de la revisión del sistema de medida; por ejemplo, considerar un envase reutilizado como un envase reciclado.
En la actualidad, los sistemas integrados de gestión recogen el 95% de las toneladas de envase recicladas. Quizás el más llamativo es el caso belga, que con un modelo muy similar al español ha alcanzado la mayor tasa de reciclaje de Europa. Es cierto que la realidad española es diferente, con mucha diversidad y dispersión territorial. A pesar de ello, en el caso de los envases ligeros y el papel cartón, la tasa de reciclaje en nuestro país ya ronda el 72%, muy por encima del objetivo europeo actual, fijado en el 55%. También son muy positivos los datos del vidrio, que rozan el 69%, 9 puntos por encima de las exigencias europeas.
En todo caso, nos encontramos en un escenario regulatorio, socioeconómico y técnico, que permite mirar con optimismo el futuro de esta importante pata de nuestra gestión medioambiental.